Durante 45 años ha sido tradición encontrar decenas de personas, con álbumes en sus manos,  reunidas en la esquina del almacén de juguetes La Raspa, situado en las calles Clemente Ballén y Boyacá.

Son los payasos que por años han sabido crear sonrisas en los niños, en las fiestas infantiles o en los shows artísticos.

Estos cómicos, que pertenecen a la Asociación de Payasos del Guayas, afirman que se promocionan en ese punto desde que había las primeras ferias de juguetes en la calle.

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Cascabel,  Zapatilla, Media Sopa, Canutito, Pestañita, Popo, Garabato, Carrusel Jr., entre otros, actualmente  pasan casi desapercibidos. Y hay razones para ello: una ordenanza municipal debido a la regeneración urbana del sector, emitida en  octubre pasado, limita su labor. No puede haber demasiados payasos en la tradicional esquina y se organizaron en dos grupos; seis payasos se promocionan en la mañana y  seis en la tarde.

Sin embargo, aseguran ellos que su situación es estable.

“Nos va bien, porque hemos cosechado clientela”, indica Vicente Muñoz, conocido como el payaso Garabato. La demanda no ha bajado, trabajan los fines de semana e incluso los contratan para presentarse en las demás provincias.

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Ochenta payasos forman parte del gremio, los que están repartidos afuera de sesenta pastelerías o almacenes de juguetes. Aparte tienen a los embajadores, que son aquellos que viajan con los circos por todo el país.

Caras pintadas de colores, trajes llamativos y grandes zapatos integran el vestuario de estos personajes que brindan alegría a niños y adultos.

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Garabato indica que la ropa se la confeccionan ellos mismos, luego de ver los modelos que presentan sus compañeros en los grandes circos internacionales que llegan a la ciudad. No hay locales específicos de venta de trajes.

En cambio, los zapatos los adquieren en Quito y bajo pedido, ya que aquí no hay locales que expendan este tipo de botines.

“El maquillaje lo fabricamos nosotros, porque es especial y casero”, expresa con gran entusiasmo Garabato. La fórmula que utilizan contiene vaselina, óxido de zinc, crema, talco y colorantes.

Luego de mezclar hay que cocinarlo unos tres días, cernirlo y ponerlo en baño de María para que esté cuajado.

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Ellos preparan con anticipación el show y los chistes, pero muchos se improvisan de acuerdo al contexto de la fiesta.

Los payasos que tienen experiencia actúan con actos establecidos durante años.

Incluso retoman los chistes de años atrás. Presentan el show del payasito que baila con los globos, y junto a ellos trabajan ayudantes disfrazados como Mickey Mouse, Piolín,  Bob Esponja o el personaje que esté de moda. Hay otros que hacen los arreglos de globos y animan toda la fiesta.

Cuando se iniciaron cobraban 250 sucres la hora, ahora cobran 40 dólares por actor, o 60 dólares cuando son dos.
Garabato, quien fue presidente de la Asociación de Payasos, se inició hace 39 años, cuando tenía 10 años. Asegura que lo escogieron por ser un niño con talento para ser cómico. Junto con sus compañeros con los que actualmente labora se formaron en la Casa de la Cultura.

Manifiesta que su trabajo es divertir, en especial a los niños, “porque un niño feliz a través de un payaso crece con una buena imagen de la vida y si nos retiramos de la payasada nosotros moriríamos”.

Para este año, la Asociación de Payasos tiene planeado realizar un curso, para seguir fomentando este arte.