El abandono es una constante. Calles de tierra llenas de charcos de agua, terrenos vacíos con monte e inundados por las primeras lluvias del invierno y un canal de hormigón armado que sirve como botadero de desperdicios, son parte del ambiente en que viven unas 100 familias de la cooperativa María Rubio, ubicada en la etapa II de Los Vergeles, al norte de Guayaquil.

Allí, la energía eléctrica llegó a las viviendas por iniciativa de sus habitantes, quienes compraron el cableado, los transformadores y enterraron palos de madera como postes de alumbrado. Ángela Burgos, una de las moradoras, exclamó que “no hay agua potable y peor aún sistema de alcantarillado”. Las calles de tierra del sector se han deteriorado con la llegada del invierno. Por ello, los habitantes de esta cooperativa solicitan al cabildo de Guayaquil la pavimentación de las vías.

“Las obras se han concentrado en la etapa I. Pero acá en la zona más pobre el Municipio no ha hecho nada”, dijo Julia Rodríguez, otra moradora del sector, quien también se queja porque sus pies están  manchados por causa de los hongos. Además, un canal de hormigón armado que atraviesa la Av. Ernesto Borja sirve como botadero de basura para los dueños de restaurantes.

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