“La regeneración urbana lleva a la regeneración humana”. Es la frase que repite el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot.

Y de cada diez personas consultadas, siete relacionan la modificación de la conducta de los guayaquileños hacia su espacio y con los otros, a partir del cambio de imagen de la ciudad.

Pero eso, según especialistas, no es tan fiable como se lo aprecia. “La llamada autoestima es un producto político, construido por las élites en el poder y proyectado por los medios a la comunidad”, considera el antropólogo Javier Andrade.

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Para él, la regeneración urbana (iniciada en el 2001) es un fenómeno que va más allá de las reformas de espacios, también implica un cambio impuesto en la actitud de los ciudadanos impuesto. “Así, actualmente, diversos ciudadanos se encuentran a sí mismos convencidos del cambio. Pero la realidad enseña que la expansión de Guayaquil sigue un sendero muy problemático, con zonas poblacionales marginadas”.

El sociólogo Gaitán Villavicencio está de acuerdo con que hay un significativo cambio de conducta social “en particular con los espacios renovados, por el cuidado, protección, no botar desperdicios, hay un orgullo por esos entornos mejorados”.

Pero, ¿qué pasa fuera de las áreas regeneradas, que se concentran en más del 80% en el centro? Villavicencio cree que aún queda un significativo porcentaje (dos tercios de la urbe) que no asume un compromiso total.

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Entonces para entender por qué el guayaquileño no bota basura en las calles regeneradas, aunque sigue caminando desorganizadamente en las vías de tránsito vehicular, hay que considerar, según él, “la calidad de servicios que recibimos. Mientras haya deficiencia por el agua potable, alcantarillado, transporte y teléfono, será difícil que las conductas sociales cambien de mejor manera”.

Por eso, dice que la gestión del gobierno local no basta, se necesita involucrar al aparato colectivo. Es a lo que apunta el Municipio, con las llamados barrios de excelencia en las zonas marginales.

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A FAVOR
“El cambio de la ciudad viene acompañado con la conducta de su gente. Ahora tomamos conciencia de lo valioso que es mantener en alto el guayaquileñismo. Antes la gente era más puerca”.
Carlos Amador
Abogado, 47 años

“He cambiado de acuerdo a lo que el Municipio le ha dado a la ciudad. Por ejemplo, antes botaba cualquier papel a la calle, ahora lo guardo hasta que vea un tacho donde arrojarlo”.
Jorge Pazmiño
Abogado, 27 años

“Antes no se veía a las familias pasear por la ciudad, ahora con los cambios, se ve a las familias en las calles”.
Piedad Riofrío
Arquitecta, 40 años

EN CONTRA
“La gente sigue haciendo cosas que dañan la ciudad, como arrojar basura a las calles desde los buses o carros, eso ha sido de siempre y no cambia”.
Gloria Falconí
Ama de casa, 33 años

“Solo ciertos lugares de la ciudad se mantienen limpios, pero otras ciudadelas o sectores que no han sido regenerados siguen igual de puercos”.
Lorena Valverde
Jubilada, 51 años

“La ciudad ha cambiado pero la gente sigue siendo despreocupada. Hay barrios, como por ejemplo el del Seguro, donde la gente sigue dejando las fundas con basura en las calles”.
Flor Bajaña
Ama de casa, 54 años