También asisten a la hacienda San José, donde nació y creció la beata, para recrearse, jugar y bañarse en las aguas del río Daule.

Sin embargo, este sitio, que se encuentra a unos 500 metros de la cabecera cantonal, carece de infraestructura para atender a las personas que acuden al lugar.

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Cartones de vino, papeles y botellas de plástico pueden verse en el piso.

Ninguna institución pública o privada se encarga de la limpieza y el mantenimiento del lugar.

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“Esto se limpia solo para el 25 de octubre, fecha de aniversario de la beatificación de Narcisa”, indicó William León, de 56 años, quien acude a la hacienda para rezar en el altar dedicado a la beata noboleña.