La Municipalidad se interesa por servicio ribereño de recolección, mientras vecinos generan desechos.

La familia Mejillones abandonó hace 25 años una comuna peninsular para asentarse en las riberas del estero Salado, en lo que hoy es la calle 44 del Suburbio Oeste de Guayaquil.

Los Mejillones, que hoy son 5 familias con 11 niños que habitan en una casa de madera sobre el estuario, se quejan del servicio de recolección de basura porque no llega hasta su vivienda.

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Desde hace varios años, ellos, al igual que sus vecinos asentados sobre el estero, si botan los desperdicios al agua, estos se quedan bajo la casa y les afecta, pero si los dejan en alguna esquina, los demás se molestan.

Por eso, aunque no quieran arrojar basura al Salado tienen que hacerlo. Ni hablar de los desechos orgánicos que van a parar al lecho marino.

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Los Mejillones y otros habitantes de las riberas del estero, como Wilfrido Hurtado, que vive en la 44 y la P, regularmente utilizan largos palos y canoas para sacar del agua animales muertos o empujar hacia otro lado la cochambre que se acumula bajo sus casas y en los alrededores.

Para ellos, que no cuentan con recolección de basura, recibir un servicio de limpieza del Salado desde el agua sería lo ideal para bajar los niveles de contaminación por desperdicios sólidos.

El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y estudiantes de la Facultad de Ingeniería Marítima (FIM) de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), como muchos otros preocupados por la situación del estero, tienen sus propuestas para limpiarlo.

Nebot dijo que una idea sencilla y económica sería utilizar dos canoas que recorran el estuario de manera paralela y con una red, que a manera de trasmallo recoja los desperdicios que se encuentran en el agua.

La idea, que sería la más práctica, se estrella contra el muro de crear el mecanismo legal que permita a la Municipalidad implementarla.

En 1999 la FIM presentó una propuesta que consiste en construir una barcaza de dos cascos con una banda transportadora en la mitad, que recogerá los desperdicios y los depositará en un contenedor ubicado en la parte posterior de la embarcación.

Según el Ph. D. en Ingeniería Naval y profesor de la FIM, José Marín, el proyecto quedó abandonado al no contar con el respaldo de ninguna entidad interesada en auspiciarlo.

Mientras tanto la cantidad de desperdicios que recibe por día el brazo de mar se incrementa alarmantemente.

Al conocer el alcalde Nebot del proyecto (el viernes pasado), manifestó su interés en transformarlo en realidad.

“Voy a hablar con el rector de la Espol porque la solución sería un acuerdo interinstitucional para que ellos (Espol) construyan la barcaza, la operen y nos cobren a nosotros el servicio”, afirmó el regidor.

De concretarse la idea, el de tener a mediano plazo un estero menos contaminado, impulsaría más acciones para limpiar el estuario, las que se complementarían con los programas municipales que están en ejecución.

BARCAZA

PROYECTO
La barcaza para recoger los desechos que flotan en el estero comenzó como un trabajo de tesis de un alumno de la Facultad de Ingeniería Marítima de la Espol.

DISEÑO
Por falta de respaldo el proyecto quedó abandonado, pero la fase inicial, con un plano tridimensional de la embarcación, se entregó al profesor José Marín.

ACUERDO
De lograrse un acuerdo entre la Municipalidad y la Espol, la universidad encargará a un grupo de profesores  y estudiantes la tarea de continuar el proyecto hasta hacerlo realidad.

DESAFÍO
Según José Marín, el verdadero desafío para los politécnicos consistirá en diseñar el tipo de banda y el grado de inclinación que permita recoger la mayor cantidad de basura del estero.

DISEÑO
La embarcación, tipo catamarán de dos cascos, sería lo más liviana posible y de bajo calado para poder operar en el estuario. Por ello lo ideal sería construirla en fibra de vidrio.

CONSTRUCCIÓN
La industria naval ecuatoriana tiene vasta experiencia en la construcción de este tipo de embarcaciones.