La vida colectiva resulta de dos factores. Uno, lo que hacemos como individuos y las organizaciones más cercanas (familia, empresa, etc.). Dos, el entorno creado por decisiones “políticas” que no son solo de los políticos sino de las élites (y todos), es decir, de los que más influyen sobre esas decisiones. Cuanto mejor funciona lo primero, más una sociedad puede empujar capacidades y libertades para vivir mejor, pero bajo una premisa esencial: defender los derechos individuales, pero también “mirar” alrededor para actuar sanamente, porque lo que hacemos a la vez depende y afecta a los demás. En lo segundo, cuanto más predominan intereses específicos (y ocultos), más se limita una sociedad y peor avanza.

Y es alrededor de esos dos aspectos que deberemos pensar lo que suceda en los próximos años y a quién elegiremos, primero en estas semanas y luego en 18 meses.

Lo primero. Para construir una mejor sociedad debemos preguntarnos qué estamos dispuestos a hacer y a exigirnos a nosotros mismos. En qué medida entendemos que los temas de la sociedad no son solo resultado del entorno político, sino de lo que hacemos o dejamos de hacer. ¿Respetamos los derechos y espacios de los demás, desde situaciones tan diarias como el tráfico, hasta en momentos más complejos de la vida? ¿Aceptamos nuestras responsabilidades, en lugar de intentar pagar al policía para evadirlas o “buscar” al juez conocido que nos dé la razón? Y tanto más.

Lo segundo. Preguntarnos cuál de las agrupaciones políticas tiene realmente la capacidad de construir un mejor entorno. Y en este momento más específicamente:

¿Cuál enfrentaría la inseguridad con firmeza estratégica, y no simplemente pactando con el enemigo, porque cuando uno cede la primera vez, luego debe ceder siempre?

¿Cuál entiende que un país pequeño encuentra sus mejores opciones abriéndose al mundo...?

¿Cuál está consciente de que para mejorar en la vida de la gente no es cuestión de milagros que nos aportan los gobernantes desde las alturas, sino (todos los sabemos) que se alcanza a través de esfuerzos diarios de trabajo, ahorro e inversión, donde el rol del Gobierno es muy claro: mejorar las oportunidades para quienes menos las tienen y tomar ciertas decisiones colectivas pensando en el colectivo y no en sus intereses particulares?

¿Cuál tiene la capacidad de entender que la política (nos guste o no) es un espacio muy particular que requiere de acuerdos especiales, lo cual no quiere decir ni corruptos ni simplemente armar mayorías para aplicar la “regalada gana”?

¿Cuál está claro en la visión de que un gobierno enorme no solo implica malgastar nuestro dinero (que no es de ellos), sino que frena el esfuerzo diario de la gente violentando sus derechos y libertades?

¿Cuál entiende que un país pequeño encuentra sus mejores opciones abriéndose al mundo, de ida y vuelta, y que ahí se encuentran más oportunidades que riesgos?

¿Cuál está claro de que la dolarización es clave y malas decisiones la pueden afectar?

¿Cuál entiende que el entorno es muy complicado y requerirá de ciertas decisiones difíciles que no se pueden posponer simplemente porque “quiero reelegirme en 18 meses”: subsidios a los combustibles, reforma del Estado, seguridad social en “quiebra progresiva”, empujar petróleo y minería responsables, y más? … Nosotros y ellos… (O)