El correísmo fue dado a inventar siglas, así nació la de Energías Renovables No Convencionales, ERNC, en referencia a energía fotovoltaica, eólica, geotérmica, etc. Debería limitarse a Energías Renovables, ER, y punto. Después de todo, se experimenta con estas tecnologías desde las décadas de 1970 y 1980. Por tener un comparativo, la matriz energética mundial se distribuye: 62 % combustibles fósiles; 28 % energía hidroeléctrica; y el 10 % restante las energías renovables, incluida la nuclear.

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Ecuador, con retraso, procura ponerse al día con las ER que complementan estratégicamente a las principales. En diciembre de 2020, durante el Gobierno de Moreno, se adjudicaron dos proyectos: el fotovoltaico Solarpack de 200 MW en El Aromo, Manabí, y el eólico Villonaco de 110 MW en Loja. Los contratos de concesión se suscribieron casi tres años después. Al final del régimen de Lasso se firmaron otros seis, correspondientes al denominado bloque de 500 MW: tres fotovoltaicos en Imbabura; dos hidroeléctricos en Morona Santiago; y uno de baterías solares en islas Galápagos. Por falta de tiempo quedaron en suspenso dos más.

Pese a haber sorteado el laberinto burocrático que supone el licenciamiento ambiental, el contrato de inversiones y el informe de sostenibilidad fiscal del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), ninguno de estos proyectos, con una inversión cercana a mil millones de dólares, ha conseguido colocar su primera piedra.

(...) el obstáculo de fondo es que el modelo del Estado monopólico es sistémicamente opuesto a la participación privada.

Esto debido a la falta de garantía de pago del Estado de la energía a comercializar por medio de 11 distribuidoras de CNEL y nueve empresas eléctricas regionales. Los contratos de concesión preveían un mecanismo de fideicomiso, pero estas se opusieron en buena parte porque la mayoría tienen problemas de liquidez, tanto por sus ineficiencias, dígase altos costos laborales, como por el régimen de subsidios vigente que nadie toca. Según el viceministerio del ramo, en 2022 se vendió la electricidad a un promedio de nueve centavos el kilovatio hora, siendo su costo real de 14,5 centavos. El problema es que sin la seguridad de pago los proyectos de inversión privada, principalmente extranjera, no son bancables.

¿Cómo se podrá romper el nudo gordiano? Todo depende de un acuerdo interministerial entre el MEF y la entidad delegante, esto es, el Ministerio de Energía y Minas para garantizar la prioridad de pago. Si no pueden las distribuidoras, el MEF tendría que hacerlo a través de un fondo de contingencia. Pero como tiene graves problemas de caja, se está apelando a un fondo especial con la garantía del Banco Interamericano de Desarrollo, cuya estructuración está por cerrarse.

Carbono versus hidrógeno

Un mecanismo imaginativo, pero obligado. El problema es que el tiempo sigue transcurriendo y hay corporativos internacionales que pierden la fe en el país. Para sus ejecutivos locales resulta difícil explicarles a sus matrices que, cuando ya se supone que el acuerdo está finiquitado, con contratos de concesión firmados, siempre surge un contratiempo de última hora. Hay que admitir que el nuevo Gobierno está empeñado en resolver el impasse; aunque el obstáculo de fondo es que el modelo del Estado monopólico es sistémicamente opuesto a la participación privada. (O)