Estamos en un entorno con una economía negativa: inseguridad, apagones, fenómeno de El Niño (de una magnitud aún muy incierta), déficit fiscal muy difícil de financiar, malgasto del dinero público, baja productividad, riesgo país elevado y peor aún percepción interna de riesgo (no solo físico)... y más. Pero también hay factores positivos que no debemos olvidar, entre los cuales un elevado nivel de exportaciones privadas, remesas, avance en los tratados de comercio y obviamente la dolarización. Sin embargo, el predominio de los análisis negativos lleva a pensar que no hay oportunidades, y es una evaluación errada.

Partamos de cifras importantes. El gasto de consumo de los hogares es actualmente del orden de los $ 75 mil millones anuales, la inversión hacia $ 25 mil millones y la compra de insumos hacia los $ 60 mil millones. Solo entre estos tres rubros hay intercambios por $ 160 mil millones anuales (nada despreciable). Pero más importante es pensar que incluso en una economía que se mueve relativamente poco como actualmente la ecuatoriana (alrededor del 1 % anual, máximo 2 %), en unos 5 años estos tres rubros pasarán a 90, 30 y 75 mil millones, respectivamente, un total de casi $ 200 mil millones. Obviamente ese aumento incluye una inflación del orden del 2 % anual, pero no importa, los intercambios de mercado y las decisiones estratégicas incluyen esa inflación (unas empresas tienden a subir precios, otras a bajar, la inflación hace parte del entorno de negocios).

¿Qué conclusión podemos sacar de estas cifras bastante elevadas de gasto? Pues simplemente que hay oportunidades que aprovechar. Si el consumo de los hogares (desde ropa hasta turismo, incluyendo alimentos o telecomunicaciones) pasará de $ 75 a $ 90 mil millones (repito, incluso en este entorno no muy dinámico), quiere decir que alguien debe atender esa demanda, tanto el nivel como el crecimiento. De la misma manera el gasto de inversión que pasará de $ 25 a $ 30 mil millones (maquinaria, vivienda, obras públicas, fábricas, etc.), y los insumos de $ 60 a $ 75 mil millones (materias primas y más). Se debe tener esto presente: si usted es empresario y no atiende ese crecimiento, alguien lo hará en vez suyo. Como me decía un amigo empresario: incluso en Ucrania en guerra ¿no hay alguien que vende pan o alquila su vivienda?

¿Quién atenderá esas oportunidades? Los que logren equilibrar mejor riesgo y prudencia, entendiendo las dificultades del entorno, pero no por eso se paralicen, sino que inviertan asumiendo riesgos bien medidos. Los que entiendan qué tipo de productos se adaptan mejor a las necesidades variantes de los clientes, ejemplo, ¿la gente prefiere y/o necesita comprar envases grandes una sola vez o envases pequeños muchas veces? Los que manejen de mejor manera su estrategia de precios: bajarlos puede ser atractivo en el corto plazo, aunque retornarse contra la empresa en el mediano plazo, pero subirlos puede alejar a los compradores, ¿cuál es la mejor combinación? Los que entiendan que las empresas deben especializarse pero al mismo tiempo, sobre todo en un entorno complicado, también aplicar la filosofía de las abuelitas de “poner los huevos en distintas canastas”. En fin, oportunidades las hay y las habrá. (O)