Gabriel García Márquez, el insigne escritor y periodista colombiano, al referirse al mejor oficio del mundo decía: “En la carrera en que andan los periodistas debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen”. De ahí que esa pausa sugerida deba hacérsela con frecuencia, toda vez que el periodismo cumple un papel fundamental en la construcción de una democracia robusta al generar información libre, contrastada y veraz, lo cual atiende a una necesidad fundamental de la sociedad, de estar debidamente informada. Esto último implica que no habría un genuino periodismo si no existe de por medio un riguroso respeto a la verdad. De ahí que el maestro del realismo mágico dejara también en claro que la ética no puede ser un elemento accesorio u ocasional en el desarrollo de esta profesión, sino, más bien, esa luz que guía su actividad.

El público es el gran juez de los periodistas

Por eso mismo, la urgencia de reconocer que la información es ante todo un derecho humano que se debe proteger y garantizar y no solamente considerar como un bien público al que hay que controlar y regular en función de los intereses de quienes ostentan el poder o de los gobernantes de turno, sobre todo de aquellos neopopulistas, autócratas o aprendices de dictadorzuelos, con ínfulas de redentores, que ven en los medios de comunicación independientes al enemigo interno al que hay que desacreditar, asfixiar y combatir.

En el caso del Ecuador hay que destacar el trabajo sacrificado y poco comprendido que cumplen los periodistas y comunicadores sociales en medios tradicionales, digitales y demás plataformas que ofrece el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. A propósito, vale recordar que el Congreso Nacional, el 7 de agosto de 1992, declaró al 5 de enero como el Día del Periodista Ecuatoriano, teniendo para ello como referente al prócer de nuestra independencia, Eugenio de Santa Cruz y Espejo y, desde luego,

al periódico Primicias de la Cultura de Quito, en cuyas páginas se abrió un espacio –si bien corto pero esencial– para introducir en el imaginario colectivo las ideas de libertad, así como imprescindibles reflexiones morales y filosóficas.

Vale anotar que el intento por silenciar a la prensa se ha observado a lo largo de la historia ya sea con mayor o menor intensidad, o de manera abierta y a veces subrepticia, al resultar el periodista una persona por momentos incómoda para la autoridad, pues este oficio atiende una doble función, tanto en el campo de la generación de información como en la fiscalización al poder público. Por eso mismo, Ryszard Kapuscinski, decía que “el trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”.

En este punto es oportuno recordar el trabajo de medios como EL UNIVERSO, diario Hoy, Ecotel TV, así como comunicadores de la talla de Ramiro Cueva, Juan Carlos Calderón, Christian Zurita, Xavier Bonilla, entre otros, quienes libraron una frontal lucha contra el poder despótico y la firme defensa de la democracia ecuatoriana. (O)