Todas las opiniones apuntan hacia lo mismo: necesitamos en el país encontrar consensos que nos permitan trazar una hoja de ruta conjunta. ¿Entre quiénes? Sin duda lo que llamamos las élites: políticos, líderes gremiales, sociales, de trabajadores o estudiantes, académicos, comunicadores; en definitiva, gente que tiene influencia en ciertos estratos sociales.

Hay esa necesidad obvia, pero lo importante es entender cómo se puede llegar a dichos consensos. ¿Sobre qué deben tratar? No solo es importante sino esencial, porque la alternativa es el mesianismo autoritario: que un líder decida el sendero y nos lleve como borregos... hay esa tentación, pero es tremendamente peligrosa.

¿En el pasado hay ejemplos de consensos? La dolarización en el que un grupo de gente puso el tema en la agenda y en las mentes, y cuando el Gobierno se encontró ante un atolladero decidió recurrir a ella. ¿Consenso?, no. ¿Resultados que llevaron a todo el país a apoyar y creer en la dolarización?, sí. La paz con el Perú fue un proceso mucho más largo y complejo en el que se dieron derrotas (Paquisha) y éxitos (1995), visiones totalmente contrarias (“la herida abierta”) y otras más conciliadoras, diálogos (Cusín) o enfrentamientos, y al final la firma de la paz como resultado de todos esos procesos. ¿Consenso? No sé si llamarlo de esa manera, pero se asemeja bastante. ¿El interés por la educación durante unos 5 años alrededor del “Contrato Social por la Educación”? Muy probablemente... Y luego hay consensos más implícitos. Por ejemplo, ¿por qué Ecuador no ha tenido dictaduras tan violentas como las del cono sur o Cuba?, ¿por qué no hemos tenido una guerrilla como en Perú o Centroamérica?, ¿por qué fuimos de los poquísimos países en el continente sin hiperinflación y luego el único que resolvió una gravísima crisis tomando una moneda externa? ¿Consensos, formas de actuar? En todo caso, acciones colectivas positivas.

Y ahora tenemos la inseguridad como lo más acuciante. Ciertamente nos dejamos llevar por la historia de las “ventanas rotas”, dejamos que se rompa la primera ventana en el barrio, luego la segunda, y así sucesivamente; como país dejamos que nos vaya penetrando el veneno narco y toda su violencia. Y ahora hay que juntarse, así es como lo han hecho ciudades o países que han enfrentado el drama: juntos. Y de la misma manera juntos debemos dialogar y llegar a soluciones en temas como seguridad social, justicia, mercado laboral, educación futura, recursos naturales y más. Uno por uno. ¿Juntos cómo? Partiendo de un principio clave: no se puede excluir a nadie del diálogo, “no porque es correísta o no por ser de derecha” o cualquier razón, nuestra tendencia a ponernos cada uno en una esquina y “ningunear” a los demás. Lo que sí se debe excluir en el diálogo son los intereses específicos que se pretende incorporar para usarlos como “medio de intercambio” (“yo acepto esto, pero a cambio me das una amnistía”... como acaba de suceder en España, eso no es diálogo, es chantaje y poder).

Y hay otro problema en una sociedad sin experiencia de diálogo como la nuestra: ¿quién llama a ese diálogo y dónde están los espacios institucionales? Arrancar es un paso muy difícil... ¿Sugerencias, ideas? (O)