La pregunta con la que se inicia esta carta es una contradicción, sí. Y es que no podría ser de otra forma si el contexto que la rodea está saturado de afirmaciones y negaciones que se contradicen mutuamente. Lo sucedido esta semana entre Ecuador y México puede traducirse en la mera búsqueda de una experiencia, una que ha dejado la sensación de “estar fuera a pesar de encontrarse dentro”.

Ni de aquí, ni de allá

Como noticia resulta una novedad digna de un titular en la primera plana de cualquier periódico: ‘Un país que invade a otro dentro de su propio territorio’. Visto así, desde afuera hacia dentro, se entiende el ruido que ha generado, las dudas que lo acompañan y las interpretaciones que derivan del hecho de que el país esté siendo señalado por el mundo sin encontrar respaldo en sus justificaciones.

Puertas adentro, las voces que rodean esta noticia están llenas de interpretaciones que, lejos de aclarar el panorama, nos llevan hacia un campo de polarizaciones antojadizas. La discusión se ha centrado, una vez más, en calificar este hecho como un enfrentamiento de los “istas” contra los “anti”.

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Apoyo a la nación ecuatoriana

Para algunos, es una “tragedia” atribuida a la inexperiencia del Gobierno nacional; para otros, una “demostración” de templanza y rigor contra la corrupción. Algunos lo consideran una revancha política personal, mientras que para otros es un cálculo electoral. El hecho de que se pongan en duda las motivaciones reales (si se quiere) que impulsan esta decisión nos habla de una falta de respuestas oficiales que convenzan.

Ya sea por “responsabilidad con el sistema de justicia” o por la “consulta popular y el éxito del oficialismo”, es necesario que algo más profundo, relacionado con las verdaderas motivaciones detrás de este acto, quede en el imaginario de los ciudadanos para instalar una narrativa oficial e intentar resolver esta crisis. Algo que parece obvio, pero que en la práctica resulta complicado de realizar.

Asilo político, una figura creada para proteger a los perseguidos de las dictaduras que va ‘desnaturalizándose’

A menudo, pensamos en la política como algo distante, olvidando que se construye día a día, en lo cotidiano y a través de las acciones de cualquier persona. Y es precisamente esa “normalidad” la que debe ser reconocida para narrar historias como esta, para evitar explicar una y otra vez algo que deja más preguntas sin respuesta que respuestas claras.

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Un tema como este, por supuesto, tiene efectos secundarios y análisis adicionales que merecen ser mencionados; pero para llevar un relato desde lo real, desde lo que nos enfrenta día a día hacia una postura que busque las razones de fondo y analice sus verdaderas consecuencias, es necesario vivir y sobrevivir al ejercicio de comunicar y, para ello, se requiere empezar por escuchar.

Ecuador siempre primero

¿Cómo es estar fuera estando dentro? Basta con vivir acá para saber de qué va esa sensación. Esa que te aleja de las conversaciones familiares a causa de las posturas asumidas, que no escucha razones que vayan más allá de las propias. Esa que te hace sentir ajeno en el lugar donde naciste, que te lleva a dudar sobre lo que es y no es correcto en la gigantesca zona gris que representa la justicia para aquellos que no pueden escapar de sus consecuencias. Esa que nos tiene separados (por ahora) de la comunidad internacional y que también nos encuentra divididos dentro de la realidad nacional.

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Así se siente estar fuera estando dentro. (O)

Fabián Alarcón Savinovich, magíster en Comunicación Política, Quito