Son incontables las razones por las cuales buenos proyectos se echan a perder: no se logran plasmar en realidad o no consiguen hacer perdurables sus ambiciosos objetivos.

Esta constatación, que seguramente usted comparte, a veces lleva a muchas personas a inhibirse de participar en gestiones iniciales o en tareas de mantenimiento, soporte, difusión, desarrollo o expansión de aquello que parecía tan obvio y al mismo tiempo beneficioso para la colectividad, incluso demostrable por lo logrado durante su época de óptimo funcionamiento.

Por eso me parece que procurar salvar buenos proyectos que se encuentren en crisis constituye una tarea digna de encomio que debería ser debidamente apoyada.

En consecuencia, escribo este artículo de prensa que procurará que quienes lo lean se entusiasmen con la posible solución de los problemas y penurias que ha venido sufriendo, en los últimos tiempos, el Parque Histórico ubicado a orillas del río Daule, poco ante antes de su confluencia con el río Samborondón.

Su situación precaria se nos presentó evidente cuando, en la reunión semanal de la célula cívica a la que me he referido en otras ocasiones, el lunes 23 de abril del 2018 la bióloga Natalia Molina, catedrática de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo nos hizo una explicación técnica de lo que estaba ocurriendo en dicho Parque.

Antes, doña Natalia nos había hecho conocer la exitosa gestión ambiental que se ha logrado en beneficio de los manglares del Río Guayas, gracias a concertaciones entre cangrejeros y camaroneros, quienes resultaron ser los directamente beneficiados.

Sostuvo nuestra invitada que las soluciones que requiere el Parque Histórico también pasan por acuerdos, que incluyen inversiones económicas que el actual sistema de administración no puede cubrir.

Por eso la noticia, publicada hace pocos días, respecto de un proyectado de acuerdo para que la Municipalidad de Samborondón asuma la administración del Parque Histórico, me llenó de optimismo, porque dicha institución ha dado muestras de eficientes realizaciones y porque conviene que las instituciones del sector público demuestren que pueden ser también eficientes como las del sector privado.

Me parece necesario y conveniente resaltar que la colaboración, entre instituciones públicas, como sería el caso analizado, o entre públicas y privadas, debe no solamente procurarse sino también estimularse, siempre respetando los principios éticos y de justicia social.

¿Conoce usted de otros casos en que puede ser necesaria y conveniente una colaboración entre instituciones públicas o entre instituciones públicas y privadas, para beneficio social general o el de algunas comunidades en particular?

¿Ayudaríamos a salvar otros proyectos o programas actualmente en crisis?

Además: ¿podemos, desde nuestro rol ciudadano, aportar ideas para que quienes están elaborando sus planes de gobierno, para las próximas elecciones generales, las consideren, analicen y, tal vez, las acepten para incluirlas en los proyectos que deben presentar al tiempo de inscribir sus candidaturas?

Apena que ideas, iniciativas y planes se esfumen sin ni siquiera haber sido propuestos, conocidos y debatidos.

¿No le parece un desperdicio? ¿Qué debemos hacer?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)