El triunfo de Emmanuel Macron en Francia ha despertado optimismo, el que, según algunos votantes jóvenes, le hacía falta al país.

Hace apenas un año que Macron, centrista, proeuropeo y con escasa experiencia política, creó su movimiento En Marcha, “ni de izquierdas, ni de derechas”. Al candidatizarse a la Presidencia se ubicó a la cabeza en la primera vuelta electoral, seguido de tres candidatos con votación bastante similar, alrededor del 20%, lo que demostró la división del electorado. Sin embargo, en la segunda ganó holgadamente con el 66,6% de los votos. Ahora necesita ganar las próximas elecciones legislativas para realizar su plan de reformas y cumplir su objetivo de devolver a Francia el lugar histórico de centro de Europa.

El triunfo de Macron también es interpretado como un freno al crecimiento de las tendencias de extrema derecha y a las visiones en contra de la unidad de Europa.

En todo caso, el planteamiento de la tendencia triunfante “ni de izquierdas, ni de derechas” resume la percepción de los ciudadanos de que ninguna de las tendencias tradicionales responde hoy a las necesidades de los pueblos y de que es necesario un nuevo pensamiento político en la concepción del Estado y su relación con la sociedad. (O)