Al terminar las carreras profesionales o proyectos laborales en el exterior, quienes han migrado, en su mayoría, piensan en retornar a sus países de origen. Para los futbolistas latinoamericanos este sueño se aleja por la delincuencia, según un reporte de la agencia internacional AFP.
Argentina, Colombia, Perú y Ecuador cuentan historias similares para sus estrellas deportivas. El narcotráfico y el terrorismo alcanzan a todos y distancian a profesionales, incluidos los del fútbol que tanta alegría proporciona a los pueblos.
Un reportaje publicado este 8 de mayo detalla las recientes intimidaciones contra la familia del argentino Ángel Di María, en Rosario. Una nota recibida en una bolsa plástica fue considerada por las autoridades una amenaza de grupos criminales y el campeón del mundo descartó volver, como pretendía hacerlo a mediados de año, para “priorizar la seguridad y salud de su familia”.
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El padre del colombiano Luis Díaz fue secuestrado por la guerrilla en su país y un chantaje contra la madre del peruano Paolo Guerrero son motivos para que ellos no consideren un retorno.
El mismo reportaje recoge declaraciones del ecuatoriano Enner Valencia dadas al periodista argentino Martín Liberman. “Me encantaría ir a Emelec (...), tratar de ayudar al equipo que me dio todo, pero no metería a mi familia a Ecuador y no me metería yo a Ecuador ahora”, confesó.
Aunque en el caso de Ecuador, el Gobierno proclama resultados positivos tras la declaratoria del conflicto armado interno en enero pasado y en las cuentas de redes sociales de la Policía Nacional se publican con frecuencia operativos en que se rescata a secuestrados y se detiene a extorsionadores, el temor se mantiene porque ese tipo de delitos persisten.
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Es lamentable que quienes han migrado teman regresar, pero no se puede cuestionar sino más bien insistir en complementar los trabajos tácticos de la Policía y las Fuerzas Armadas con una política de seguridad integral, donde la impunidad deje de ser refugio de los delincuentes. (O)