Debemos empezar diciendo y para efectos didácticos que la esencia de opinión pública no es otra cosa que una multiplicidad de visiones y criterios individuales que se han integrado sobre una realidad determinada. Nos dice Walter Lippman: “La opinión pública pone de manifiesto que «los únicos sentimientos que podemos experimentar en relación a sucesos de los que carecemos de experiencia directa son los que evocan las imágenes que sobre ellos nos formamos mentalmente». Es decir, en la elaboración de la opinión pública existe influencia de cultura, imágenes y estereotipos… al no tener experiencia directa de tales eventos la única forma que los podamos percibir y revisar mentalmente es a través de terceros. Son los comportamientos de estos, los terceros, los que… interfieren con nosotros, reaccionamos y nos formamos imágenes que son las que, finalmente, constituyen la opinión pública”.

Si así nos llegan los hechos circundantes y construimos nuestra opinión sobre estos, pasemos a revisar, ahora, cómo se cohesiona esta inmensa y personal variedad de intereses y apetencias personales para formar un estadio uniforme conocido como opinión pública. En este punto es obligatorio citar a Elisabeth Noelle-Neumann y su famosa “espiral del silencio”: “Dondequiera que la sociedad se sostiene por el consenso y los valores comunes, existe la amenaza del aislamiento. Al individuo que no actúa de acuerdo con esos valores se le castiga con el aislamiento. Aquellos que al observar su entorno social tienen la impresión de que sus opiniones están adquiriendo más peso y consiguen cada vez más partidarios se sienten fuertes. No tienen miedo al aislamiento, así que expresan sus opiniones en público, donde cualquiera puede escucharlos. Los que, por el contrario, piensan que sus opiniones pierden terreno, se hacen más cautelosos y se quedan callados. El primero de los grupos aparenta tener más partidarios de los que realmente tiene, mientras que el otro da la sensación de tener menos de los que en verdad le corresponden. Esto, a su vez, induce a la gente a adherirse a la opinión que parece más sólida, mientras que los del otro bando se desaniman e incluso llegan a cambiar de opinión. En un proceso con forma de espiral, uno de los bandos llega a dominar completamente la opinión pública”.

Ahora bien, al decir de H. Spier, opinión pública son “las opiniones sobre cuestiones de interés para la nación, expresadas libre y públicamente por gentes ajenas al gobierno, que pretenden tener el derecho de que sus opiniones influyan o determinen las acciones, del personal o la estructura de su gobierno…”. Notemos, entonces, su importancia en el ejercicio político y su trascendencia como instancia de censura o legitimación. Supuestamente es el sentimiento de una nación el que se refleja a través de la opinión pública para validar o afectar a un régimen o sus dictados. Entonces, también reparemos en que la realidad y sus hechos los percibimos por imágenes, estereotipos y hasta intereses de terceros, y, por lo tanto, parafraseando a Ignacio Ramonet, a pesar de que estar informado es cansado o agotador, es necesario que busquemos la mayor cantidad de fuentes de conocimiento y contrastar lo que se nos traslada a efecto de forjarnos una opinión con la mayor objetividad posible, y, sin tener miedo al castigo o aislamiento, expresarla con seguridad y fuerza.(0)