Circula en internet el manifiesto ‘Una mirada crítica al sistema de admisión a las universidades públicas del Ecuador’, escrito por el Grupo de Trabajo Sociedad y Universidad. El documento ha despertado la adhesión de más de 150 docentes universitarios ecuatorianos, con amplia experiencia pedagógica y conocimiento de sus materias. El texto es un análisis argumentado de la inconsistencia del ENES, el examen nacional de admisión para la educación superior en el Ecuador. Por ser de interés nacional y por constituir una invitación al debate comparto mi resumen, apostillado e insuficiente, de dicho manifiesto:

La concepción del ENES parte de una implícita falacia básica: la de que existiría un “innatismo” en las supuestas “aptitudes” a ser medidas, que las hace independientes de las condiciones socioeconómicas de los jóvenes que serán “evaluados”. El supuesto es ingenuo y desconoce que el desarrollo de tales aptitudes jamás puede estar desligado de las relaciones de los niños y jóvenes con su entorno familiar, social, económico y cultural. La premisa pretende que todos los candidatos tienen las mismas posibilidades de aprobar, desmintiendo de manera cándida, ignorante o perversa, que los candidatos que vienen de los buenos colegios de nuestras ciudades grandes tienen más oportunidad que los egresados de los pequeños colegios cantonales. Una desmentida –como punto de partida– de las desigualdades y las desventajas, que las legitima, oficializa y reproduce mediante estas pruebas estandarizadas de ingreso. Invocando la ideología de la meritocracia, el ENES, que desde el próximo año se unifica con el examen “Ser Bachiller”, deviene instrumento de darwinismo social.

La falacia del “innatismo” también omite que las “aptitudes” para aprobar este examen pueden desarrollarse con entrenamiento. De allí la proliferación y prosperidad de aquellos institutos particulares que preparan a los jóvenes para estas pruebas: aquellos cuyos padres pueden pagar por esos cursos, aumentan sus posibilidades de ingreso a la universidad pública. El ENES se vuelve una meta en sí misma, pervirtiendo el sentido integral y social de la educación secundaria y de la formación universitaria. Excepcionalmente, algún(a) aspirante de sectores marginales aprueba el examen con puntaje perfecto, con esfuerzo y no sin entrenamiento; entonces, las autoridades lo usarán para “demostrar” la supuesta igualdad de oportunidades, mostrarán al esforzado(a) joven ante la prensa y le impondrán una presión innecesaria. Esto lleva al hecho de que el ENES no es un predictor adecuado del éxito académico en la universidad y de la prevención de la deserción, porque ignora la incidencia de la moratoria adolescente en el destino de la carrera universitaria. En nuestro medio, todo clínico “psi” ha recibido en su consulta al menos a un “Sheldon Cooper” en ciernes, que se diluyó al entrar en la universidad y naufragó ante las exigencias de la vida adulta.

El fracaso en el ENES culpabiliza a los jóvenes y a sus padres, niega el derecho a la educación universitaria pública gratuita y universal, y coagula las diferencias socioeconómicas en el Ecuador. El manifiesto propone como alternativa la construcción de un curso propedéutico abierto de al menos un año, dividido en áreas generales de interés (ciencias exactas, biológicas, sociales, artes, etcétera), con apoyo económico y psicológico para los estudiantes vulnerables, para que todos los adolescentes puedan nivelarse y definir mejor sus intereses. Los jóvenes ecuatorianos y sus padres tienen la palabra: ¡Digan! (O)