En días pasados, el presidente estadounidense realizó una breve gira por dos países africanos, en lo que posiblemente haya sido su último viaje a dicho continente. Su visita a Kenia tenía una connotación especial, ya que significaba el reencuentro con la tierra de su progenitor, habiendo algunos analistas sugerido que cualquier gesto o conversación del presidente con su familia era un desafío fundamental para Obama, ya que “el padre ausente y la lejana ausencia” marcaron definitivamente la personalidad del presidente. Pero no fue en Kenia donde Obama dio su discurso más importante de los que ha dado en territorio africano, sino en Etiopía, cuando ante los miembros de la Unión Africana destacó la responsabilidad de los verdaderos estadistas de saber dejar el poder, sin necesidad de aferrarse al cargo al terminar su mandato.

Para poner las cosas en contexto, hay que aclarar que si bien el continente africano no es el único que exhibe la lista de mandatarios que tratan de perpetuarse en el poder, sí tiene algunos ejemplos muy representativos como son los casos de República Democrática del Congo, Argelia, Guinea Ecuatorial, Ruanda y Burundi, países en los cuales los gobernantes se volvieron adictos al poder. Ante esa realidad, el presidente Obama señaló que “el progreso de África está en riesgo cuando sus líderes se niegan a irse al acabar sus mandatos”, prosiguió que entiende perfectamente que la presidencia es un privilegio, que no hay un honor mayor o trabajo más interesante, pero que de acuerdo con la Constitución de su país no puede presentarse otra vez. Por supuesto, ni el más mínimo intento para cambiar esa norma suprema.

Además, Obama no dudó en señalar en su discurso que el cambio de las leyes con el objetivo de permanecer en el poder es, a menudo, “el principio hacia un camino peligroso”, y agregó que “cuando un líder trata de cambiar las reglas en medio del partido para permanecer en el poder, se arriesga a la inestabilidad”. Pero se comenta que los aplausos más fuertes por parte de los miembros de la Unión Africana se escucharon cuando advirtió: “A veces oyes a líderes decir ‘soy el único que puede mantener unido este país’; si eso es así, ese líder ha fracasado en la verdadera construcción de la nación”. Es importante el énfasis que hizo Obama en este punto específico, pues en muchos casos se ha utilizado en África el argumento de que es necesaria la permanencia de un gobernante, ya que solo de esa forma se asegura la continuidad de un modelo político, lo cual contraría la naturaleza y esencia de una verdadera democracia.

Hace poco tiempo fue José Mujica, el expresidente uruguayo, quien advertía de los riesgos de aquellos gobernantes que buscan la reelección indefinida. En otro escenario geopolítico, Barack Obama realiza la misma advertencia que en el fondo es también un desafío para aquellos pueblos que de manera impávida se han habituado a tales circunstancias. La verdadera democracia debe ser consecuente con sus principios, entre los cuales se cuenta la alternabilidad. Por último, Obama terminó señalando que “la ley es la ley y nadie está encima de todo eso, ni siquiera los presidentes”. Caramba, qué cosas dice Obama. (O)