Cuando se acerca un proceso electoral, Javier Cárdenas ya sabe que tiene que planificar su viaje a Azogues, que dura cuatro horas de ida y el mismo tiempo de regreso.

Ha viajado con días de anticipación e incluso la noche anterior del día de las elecciones y regresa de inmediato.

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Cárdenas, de 21 años, vive en Guayaquil, pero es oriundo de Azogues, donde está toda su familia. Tiene cuatro años en el Puerto Principal y está estudiando creación teatral.

El joven no realizó el cambio de domicilio en las elecciones seccionales de 2019, las presidenciales de 2021 ni las seccionales de 2023. En las anticipadas, derivada por la muerte cruzada, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no habilitó la herramienta y se mantuvo el mismo padrón que las seccionales del 5 de febrero.

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“Viajo jueves o viernes porque la terminal terrestre de Guayaquil sabe estar repleto de gente, entonces es un poco complicado conseguir bus a tiempo. El tráfico es bastante en la ciudad y entonces prefiero siempre viajar unos días antes. Y el viaje se vuelve pesado porque el bus hace constantemente paradas y es un poco peligroso”, cuenta.

Cárdenas afirma que usa esos horarios para no tener inconvenientes con sus clases presenciales; las virtuales señala puede verlas en el viaje.

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Gasta $ 16 en pasajes y entre $ 5 a $ 10 para la alimentación y otros gastos que puedan surgir, es decir, un total de $ 31. Cantidad que es un poco inferior al valor de la multa por no sufragar, que corresponde a $ 45, según el artículo 292 del Código de la Democracia.

Cárdenas ha pensado en cancelar la multa y no viajar, pero para el domigo 15 de octubre prefiere ir a Azogues y tener de inmediato el certificado de votación, en caso que lo requiera para trámites.

Karla también lo ha meditado por el lado de los gastos. Ella estudió y ahora trabaja en Guayaquil. Tiene 23 años y es oriunda de Quito.

En las elecciones seccionales de febrero pasado viajó en avión ida y vuelta, también días previos, por ejemplo un jueves o viernes, y regresa entre la noche del domingo o la mañana del lunes.

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Karla suele comprar los pasajes con semanas de anticipación, sin embargo, para estos comicios no lo ha realizado. “Esta vez no he comprado porque no sé si al día siguiente (lunes 16 de octubre) me toca trabajar”, cuenta la joven.

Suele gastar $ 80 solo en el pasaje aéreo, este valor es más de $ 35 de lo que corresponde a la multa por no sufragar. “Yo tengo unos amigos que prefieren no viajar y pagar la multa, voy más por ver a mi familia, sino tuviera dónde llegar y a quién ver, sí lo pensaría, además siento que es mi responsabilidad votar”, expresa.

La politóloga Madeleine Molina indica que los contextos son diversos, hay quienes están comprometidos con su derecho a votar y no escatiman gastos; pero existen otras personas que quizás no tienen los recursos económicos y resulta mejor pagar la multa.

“Porque trasladarse hacia el lugar donde deben les sale mucho más oneroso. Entonces es una decisión que gira en torno al costo-beneficio. Aunque a veces hay ciertas personas que necesitan hacer trámites con el certificado de votación que se les da al momento de votar, por lo tanto depende también de ese factor”, expresa Molina.

Andrea Endara, coordinadora de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande, enfatiza que la decisión es personal, a pesar de ser un deber democrático.

“Estamos en una crisis económica bastante fuerte, que no todas las personas tienen acceso a un trabajo, no todos pueden darse el lujo de ir a votar e incurrir en esos gastos. Es una decisión personal, pero sí nos llama a la reflexión para hablar de la obligatoriedad del voto y debatir si es obligatorio o no y si podríamos migrar a un voto facultativo”, dice Endara.

Según el CNE, hay 635.381 ciudadanos de 16 años a 18 años en el padrón electoral, cuyo voto es facultativo; 3′454.852 de 18 años a 29 años; y 7′641.972 de 29 años a 65 años que sí están obligados a votar.

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Ya a partir de esa edad, no es obligatorio hasta los 100 años que son 1′713.269 personas y quienes han llegado al centenario son 4.573 personas.

En los comicios del pasado 20 de agosto, de un total de 13′295.602 de ecuatorianos que integran el padrón electoral, solo 10′735.816 fueron a votar, mientras que 2′559.786 no acudieron a las urnas, esto equivale al 17,06 % de ausentismo, porcentaje que disminuyó en dos puntos a comparación con la primera vuelta electoral, en el proceso del 2021, que fue del 19,01 % a nivel nacional.

Y en la segunda vuelta, cuando estuvieron como candidatos el ahora presidente Guillermo Lasso y Andrés Arauz (candidato a vicepresidente) fue del 17,25 % y fue el segundo más bajo en 22 elecciones presidenciales, desde 1978. El primero más bajo fue en 2017, en segunda vuelta, en ese entonces con el exmandatario Lenín Moreno y Lasso.

Molina no cree que aumente el ausentismo este domingo 15 de octubre. “En este caso no. En la primera vuelta el nivel de ausentismo disminuyó frente al que se registró en las elecciones presidenciales del 2021. Estimo que para esta segunda vuelta electoral no habrá un mayor nivel de ausentismo como en la primera, a pesar de la inseguridad latente que vivimos en Ecuador”, explica la politóloga Molina.

Endara indica que el ausentismo también puede analizarse desde la migración. “Los porcentajes de las personas que han migrado a otros países y no han podido registrarse en los recintos electorales”, sostiene Endara.

Además, añade que es importante preguntarse: ¿qué tan determinante sienten qué es esta elección para el futuro del país? “Ese tipo de consultas debemos hacernos para medir o no el ausentismo. También por el lado de indecisos que no vayan a votar”, dice Endara.

En tanto, este domingo en las circunscripciones de Europa, Asia y Oceanía; Estados Unidos y Canadá; América Latina, Caribe y África, donde hay 402.900 electores ecuatorianos residentes en el exterior, además de sufragar de manera presencial por el binomio presidencial (segunda vuelta), también lo harán por los asambleístas nacionales y los asambleístas del exterior. (I)