¿Dónde está el celular de Fernando Villavicencio? La Fiscalía General del Estado ha pedido a los familiares que entreguen el equipo como parte de las investigaciones del asesinato del candidato presidencial ocurrido el 9 de agosto pasado, en Quito.

Pero hasta el momento se desconoce el paradero del dispositivo, cuyo contenido podría destruir la reputación de Villavicencio si se entrega a la Fiscalía, dijo Christian Zurita, amigo personal y quien lo reemplazó en la papeleta en las elecciones presidenciales de la primera vuelta.

El teléfono de un asesinado es clave porque la información que contenga puede guiar la investigación y llevar al esclarecimiento del mismo hecho, coinciden un exfiscal y un experto en derecho penal y procesal.

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Las declaraciones en torno al paradero del celular evidencian las discrepancias dentro de la misma familia del asesinado.

Galo Valencia, tío de Villavicencio, indicó el 12 de septiembre pasado -mediante su cuenta oficial X (antes Twitter)- que Amanda, hija del fallecido, habría botado el celular al río Tomebamba, en Cuenca. “Declaraste en la Fiscalía que el celular lo botaste en el río Tomebamba, ¿por qué será?”.

Lo certero es que el aparato no es parte de la cadena de custodia del caso. “Se debe exigir que en este proceso de investigación se responda por el teléfono”, dijo Valencia.

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La aludida no ha negado esta información y solo se ha limitado a decir: “El celular de mi padre no es el arma homicida, es un objeto personal... ¿A quiénes les interesa saber dónde está el celular de Villavicencio? A quienes quieren saber qué es lo que estaba investigando”, alimentando aún más la polémica en torno al paradero del dispositivo.

Es inédito que los familiares de un asesinado no colaboren con la entrega del celular de la víctima, señala el exfiscal Antonio Gagliardo, ya que por lo general esto no ocurre.

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“El celular puede contener información valiosa, por ejemplo, que haya mensajes con amenazas, o referencias en mensajes de voz, texto o WhatsApp donde le comunica esa persona a otra que recibió amenazas de tal parte, eso puede servir para dirigir la investigación”.

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También se puede verificar con quién discutió la víctima, sin llegar a las amenazas. “Eso es un indicio de que había un problema, lógicamente que sea cercano a la época cuando ocurrieron los hechos”, asegura Gagliardo.

Sería valioso acceder a las grabaciones de las llamadas, ya que hay personas con aplicaciones para grabarlas. “Se podría allí también ver si hay amenazas o discusiones con quien tiene conflictos, todo eso da un hilo conductor a una investigación”, agrega.

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La polémica se azuzó esta semana cuando cuatro de los allegados a Villavicencio decidieron entregar sus teléfonos a la Fiscalía para que sean examinados como parte de las investigaciones del magnicidio, de acuerdo con el requerimiento judicial.

Entre ellos, Zurita, quien lo entregó este 5 de octubre junto con otras tres personas cercanas a Villavicencio. La decisión de entregar los dispositivos fue voluntaria, dijo.

Las reacciones por la polémica en torno a los celulares coinciden con el hecho de que el objetivo final es hacer justicia sentenciando a los autores intelectuales del magnicidio.

Gagliardo indica que se puede obtener el listado de las llamadas realizadas y recibidas, los números de teléfono y el tiempo de duración de cada una de estas, sin que el equipo esté en manos de la Fiscalía. Esto se consigue a través de la operadora a la que estaba registrado el móvil.

El acceso a la nube que tenga la información de un dispositivo también se puede hacer sin tener el equipo a través del correo electrónico conectado, según el exfiscal. Allí pudieran existir fotos, archivos de audio, lista de contactos.

El hecho de que no quieran entregar el celular de Villavicencio es muy sospechoso, ocultan algo, no quieren que se sepa algo, si no lo entregan, deja mucho que pensar”, manifiesta Gagliardo.

La exposición de otros datos extraídos del celular que no sean parte relevante del caso está prohibida, agrega.

En caso de que el celular esté mojado o dañado, pues aún hay opciones para recuperar parte de esa información a través de peritos y ayuda internacional. “La familia está cometiendo un delito de obstrucción a la justicia si tienen el teléfono y no lo quieren dar”, asegura Gagliardo.

Se necesita la presencia física del dispositivo para determinar si la información del teléfono ha sido manipulada o no, manifiesta Xavier Andrade, magíster en derecho penal y procesal y docente de la Universidad San Francisco de Quito.

Si solo se entregara la información del celular por medio de un pendrive, por ejemplo, los técnicos no podrían determinar si el material fue manipulado.

“Cuando el celular ha sido manipulado también se registran cosas que han sido eliminadas. El departamento de investigación científica de la Policía usa un programa para determinar si hubo información previa que ha sido suprimida”, señala.

También es posible recuperar información borrada de un dispositivo. Se pueden restaurar mensajes de Whatsapp de hasta un año de antigüedad, por ejemplo.

Las fuerzas del orden usualmente buscan tres tipos de información: primero, los datos de llamadas realizadas y los contactos registrados; segundo, fotografías y videos relevantes y si fueron enviadas a terceros o no; y, tercero, información de localización del dispositivo.

“Todos los celulares tienen una especie de GPS que registra rutas, pueden identificar o hacer un mapeo de dónde estaba ese celular, pueden ubicar a alguien en una escena del crimen, incluso en una fecha específica”, indica Andrade.

Las aplicaciones de Google, por ejemplo, pueden automáticamente reconstruir el día de una persona basándose en su ubicación, incluso referenciando en qué lugar y a qué hora fueron tomadas ciertas fotos, cuánto tiempo estuvo alguien en un lugar, entre otras funcionalidades.

Mediante su perfil en X (antes Twitter) el exprefecto del Guayas Jimmy Jairala daba cuenta de la necesidad de conocer también el paradero de los otros objetos tecnológicos del asesinado, como la laptop y tablet, que estaban en casa de la víctima y que habrían sido tomadas por otro familiar cercano, según afirmó. (I)