En la crianza respetuosa, los padres a menudo se enfrentan a una variedad de desafíos. Se centra en el diálogo, el respeto mutuo y la empatía. Pero, ¿cómo pueden los padres comenzar este camino y mantenerse firmes en él, incluso en los momentos difíciles?

Lupe Carrión Campaña, licenciada en Psicopedagogía, responde que desde el momento en que el bebé llega al mundo, se establece una conexión emocional fuerte mediante el contacto piel a piel, el contacto visual y la comunicación amorosa. “Estos primeros intercambios emocionales son fundamentales para construir una relación de confianza y apego con tu hijo”.

A lo largo de la crianza, la también magíster en Neuropsicología del Aprendizaje recalca la importancia de la escucha activa con los hijos. “Esto significa prestar atención plena a lo que dicen, validar sus sentimientos y preocupaciones, y demostrar empatía hacia sus experiencias. Hacerles saber que sus opiniones son importantes y que están siendo escuchados”.

Cambio generacional

“En Latinoamérica está muy normalizado el maltrato: golpes, gritos e insultos, y en muchos de nosotros, de las generaciones pasadas, es común decir: ‘A mí me pegaron y estoy bien’, pero lo dice una persona que tiene un ataque de ira cuando no obtiene los resultados deseados o que no puede contradecir al jefe cuando algo no está correcto, pues le inculcaron que a mamá y papá no se los cuestiona; entonces va a un trabajo, lo maltratan y no puede decir nada porque es la forma en que fue criado. También de adulto hay problemas de alcohol, de inestabilidad emocional, de ira, droga, de atención, de memoria, de sueño. A veces no nos damos cuenta de que todo esto está relacionado a cómo nos trataron en la infancia”, explica la experta.

Los límites son importantes para brindar seguridad y estructura a los hijos. Hay que establecer reglas claras y consistentes, pero también ser flexible y dispuesto a negociar cuando sea apropiado.

Lupe Carrión Campaña Licenciada en Psicopedagogía
Recomendaciones
  • Utilizar un lenguaje positivo y constructivo al establecer límites, enfocándose en lo que sí quiere que hagan los hijos en lugar de lo que no quieren que hagan.
  • Apoyar el desarrollo de la autonomía y la independencia de los niños al permitirles tomar decisiones apropiadas para su edad y alentar la resolución de problemas por sí mismos.
  • Ofrecer oportunidades para que practiquen habilidades de toma de decisiones y les brinden el apoyo necesario para aprender de sus errores.
  • En lugar de centrarse en castigos o críticas severas, enfocarse en el refuerzo positivo y la alabanza.
  • Reconocer y celebrar los logros de los hijos, por pequeños que sean, y buscar oportunidades para elogiar su esfuerzo y progreso.
  • Utilizar el elogio sincero y específico para reforzar el comportamiento deseado.
Paciencia, dedicación y amor incondicional

Iniciar una crianza respetuosa es un viaje continuo que requiere paciencia, dedicación y amor incondicional. “Recordar que cada familia es única y que no hay un enfoque único que funcione para todos, así que debemos ser flexibles y adaptar estos consejos a las necesidades individuales de cada familia”, afirma Lupe Carrión, diplomada en Parentalidad, Apego y Desarrollo de la Infancia.

Enfatiza que los fracasos son una parte natural del proceso de crianza y ofrecen oportunidades de aprendizaje para padres e hijos por igual. “En lugar de castigarse a sí mismos o a sus hijos por los errores cometidos, utilicen los fracasos como oportunidades para reflexionar, aprender y crecer juntos. Mantener una actitud positiva y compasiva hacia sí mismo y hacia los hijos cuando se enfrenten a desafíos es crucial”.

Cada uno de mis hijos es un reto diferente

Por Lupe Carrión Campaña, licenciada en Psicopedagogía y madre de familia

“Soy madre de dos hijos varones, Miguel de 7 años y Matías de 1 año, y siendo una persona que ha estudiado a profundidad la crianza respetuosa, puedo mencionar que cada uno de mis hijos ha sido y sigue siendo un reto diferente. Son tan únicos cada uno que me ha tocado adaptar estrategias según la necesidad de cada uno.

Miguel, mi hijo mayor, es un niño con un vocabulario emocional amplio que expresa lo que siente; un niño que negocia acuerdos que sabe que puede cumplir y que como todo niño le cuesta aquellos con los que no está de acuerdo. Miguel me enfrenta a preguntas complejas, a explicaciones precisas y escucharlo activamente. Matías, por otro lado, es un bebé que hace muchas cosas que su hermano mayor nunca hizo como, por ejemplo, morder. A él le ha tocado conocer el no mucho antes que a su hermano, pero también tiene el mismo abrazo cuando llora porque no le gusta que nos duelan sus mordidas.

¿Es fácil llevar a cabo la crianza respetuosa? No, es agotador y abrumador, pero lo que cuesta hacer las cosas bien se ve reflejado en las sonrisas y los abrazos a montones que recibo a diario”.