Sin bajarse del caballo, Aleksander Ceferin desafió: “Empezarán una fantástica Superliga con dos equipos”. La UEFA acababa de sufrir la mayor derrota en sus casi setenta años de historia, pero el esloveno seguía como Napoleón en el frente ruso, altivo, oteando el horizonte desde el promontorio. Abajo, los miles de muertos propios.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea le aplicó un gancho al hígado y lo mandó a la lona. Determinó el jueves que “las normas de la FIFA y de la UEFA que supeditan a su autorización previa cualquier proyecto de nueva competición de fútbol de clubes, como la Superliga, y que prohíben a los clubes y a los jugadores participar en la misma, so pena de sanciones, son ilegales” y que “violan el Derecho de la Unión”. También sentenció que incurrieron en “abuso de posición dominante”. En criollo: fin del monopolio, ya no tienen la exclusividad para hacer fútbol. Al menos en los 27 países del bloque. Y sabemos que todo lo que sucede en Europa primero se replica en el mundo después.

Una salvajada: España 12 - Malta 1

Sucedió con la Ley Bosman, surgida también del Tribunal de Luxemburgo. En principio era para los miembros de la Unión Europea, pero viendo las miles de demandas que podía desencadenar, FIFA no tardó en extenderla a nivel universal. Porque era justa. La sentencia actual deja un dato de realidad: ahora los clubes tendrán una libertad que hasta ahora no han tenido. Serán escuchados. Incluso puede que la Superliga no prospere y se vuelva al régimen tradicional, pero nada será igual, los clubes ganaron la pulseada.

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Bomba en el fútbol mundial

De modo tal, la Unión Europea abrió la puerta para que nazca la Superliga, ese anunciado supertorneo paralelo que propone la empresa A22 Sports Management, liderada por el alemán Bernd Reichart, graduado en marketing deportivo y experto en el negocio de la televisión. ¿Qué pasará en adelante…? Los clubes y jugadores que deseen participar de dicha Superliga, que repartiría mucho más dinero que la Champions o la Europa League podrán hacerlo libremente, sin las amenazas de la FIFA ni de la UEFA.

Champions: ¿quiénes apuntan al título…?

“No habrá Superliga ni en quince años”, cacareó Javier Tebas, presidente de la Liga Española y furioso aliado del poder tradicional. Se verá. No obstante, haya o no Superliga, el fallo es un golpe de nocaut a la soberbia dirigencial, esa casta tan especial. Toda la estructura piramidal del fútbol tambaleó y se resquebrajó. Apenas salió el dictamen del TJUE, aparecieron voces a favor y en contra. Gianni Infantino fue más cauto que Ceferin: “Con el mayor respeto al Tribunal de Justicia Europeo, la sentencia de hoy no cambia nada realmente. Históricamente hemos organizado las mejores competiciones del mundo y así será también en el futuro...” No dijo “no habrá Superliga”, sino que FIFA lo hará mejor. Por ahí, bien.

Un mundialito ultramillonario

Pero sí cambia. Una empresa puede organizar torneos internacionales con clubes afiliados a UEFA y la FIFA sin pedirles permiso. Y lo hará. A nadie puede ocurrírsele que una iniciativa impulsada por el JP Morgan, el banco más grande del mundo, capaz de enfrentarse a la UEFA, llevarla a los tribunales de Luxemburgo -y ganarle-, no tenga la capacidad suficiente para armar un torneo. O que no haya previsto que ganaría. Seguramente no estará listo para el año entrante, pero tal vez lo monte para 2025. Y tiene las dos marcas más fuertes del fútbol mundial: Barcelona y Real Madrid. El Napoli ya avisó que quiere entrar. “Estoy totalmente de acuerdo con Florentino Pérez”, aseguró Aurelio de Laurentiis, propietario del club maradoniano. Aquellos que no clasifiquen a la Champions no se quedarán mirando, es posible que se anoten en la Superliga, por lo cual recibirían una carrada de millones.

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Siempre que los clubes o los jugadores apretaron, la UEFA y la FIFA cedieron. Buenos ejemplos son la Ley Bosman en 1995 y el G14 en 2000. Ese grupo, que nació como una rebelión con 14 clubes y hoy es la ECA (Asociación Europea de Clubes) reúne a 220 instituciones. Se formó porque las selecciones se llevaban a sus mejores futbolistas para disputar mundiales o torneos continentales sin siquiera consultar a los empleadores. “Nosotros les pagamos el sueldo a los jugadores por doce meses, pero otros se llevan a nuestros empleados y los usan para ganar dinero, mientras nosotros no recibimos nada a cambio”, se quejó Umberto Gandini, director deportivo del Milan. Como sucede siempre, al comienzo merecieron el repudio de Joseph Blatter, entonces titular de la matriz del fútbol. Sin embargo, a FIFA no le quedó otra que resarcir a los clubes con parte de sus millonarias ganancias.

Una buena porción de los clubes europeos son privados y sus dueños buscan afanosamente aumentar los ingresos. No se casarán con la UEFA por amor. Usualmente entran en la fase de grupos de Champions cuatro equipos de España, Inglaterra, Italia y Alemania. Y dos o tres de Francia, Portugal, Holanda. Alguno que otro de Ucrania, Escocia, Dinamarca. Hay muchos países con clubes grandes y populares habitualmente no representados: Turquía (Fenerbahce, Galatasaray, Besiktas), Bélgica (Anderlecht), Grecia (Olympiakos), Suecia (Malmöe), Rumania (Steaua), Hungría (Ferencvaros), Polonia (Legia Varsovia), Austria (Rapid de Viena) y muchos más. A estos se les abre una puerta nueva: entrar en la Superliga. Y sin riesgo de ser desafiliados. Como señalan algunos críticos, la Superliga no será muy diferente de la Champions, es más de lo mismo. Pero la UEFA estará obligada a compartir el negocio.

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Hay una montaña de interrogantes de todo tipo. ¿Se encimarán la Superliga y la Champions…? ¿Cuál elegirá el público neutral…? ¿Qué título tendrá más valor…? ¿Qué encanto tendrá la futura competencia sin los equipos ingleses…? ¿Se ramificará esta novedad a los otros continentes…? Posiblemente sí, aunque quizá tarde unos años. Desde ahora no hay que descartar nada. Nos preguntamos qué pasaría si a un grupo inversor se le ocurre crear una liga paralela en alguno de los países sudamericanos. Por ejemplo, en Colombia, que tiene tantos clubes importantes. Y les ofrece más dinero por participar. ¿Lo puede impedir la Dimayor…? ¿No habría monopolio en ese caso también…? ¿Hay alguna ley que pueda frenarlo…? Todo lo que no esté expresamente prohibido, está permitido. ¿Y si a Paco Casal se le ocurre hacer en Uruguay un torneo aparte del insípido campeonato actual y se lleva a Peñarol y Nacional…?

No estamos seguros de las bondades de la Superliga (si es que llega a concretarse). Puede pasar como en el boxeo, que se atomizó y perdió. Originalmente había una entidad, la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), luego nacieron el Consejo Mundial (CMB), la Federación Internacional (FIB), la Organización Mundial (OMB), la Federación Mundial de Boxeo Profesional (WPBF), Organización Internacional de Boxeo y la Interworld Boxing Organization (IWBO). Un desastre. Ojalá con la pelota no pase lo mismo.

Pero el fútbol es de todos, no de los todopoderosos Ceferin, Infantino, etcétera. Esa es la gran moraleja del fallo de la Corte. João Havelange, el más notable y rocoso presidente que tuvo la FIFA, dijo una vez: “Todo lo que involucre la palabra fútbol le pertenece a la FIFA”. Ya no. (O)