El Barcelona Sporting Club tiene desde el pasado miércoles una nueva directiva que conducirá los destinos de la institución de fútbol más popular del país. El presidente que liderará esta misión de cuatro años es Antonio Alvarez Henríquez, hermano del actual alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez. Ambos con gran ascendencia en la historia del Ídolo del Astillero, por la influencia exitosa de su abuelo Aquiles Alvarez Lértora, fue presidente que ganó el título de 1971, año del primer bicampeonato.

Hay que recordar que el reciente proceso electoral estuvo plagado de incidentes judiciales con recursos presentados por dos candidaturas, que intentaron por medio de medidas cautelares y acciones de protección descalificar al rival o recuperar la calidad de aspirante. A Rafael Verduga lo llevó a agotar todas las instancias, desestimadas por los jueces correspondientes, y eso le impidió competir en la lid.

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Desconsolado y frustrado por lo sucedido, Verduga acusó: Dijo que el proceso electoral estuvo politizado y que un tribunal electoral manoseado le impidió participar. Según Verduga detrás hubo fuerzas políticas capaces de llegar hasta el procurador del Estado para que se pronuncie sobre elecciones de un club de fútbol.

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Todo impresentable, tratándose de una respetable institución, que el tribunal electoral de Barcelona evitara pronunciarse en derecho como es su obligación y transfiriera la responsabilidad al ministro del Deporte de ese entonces, Sebastián Palacios, para que dictamine los impedimentos de reelección (de Carlos Alfaro Moreno) y la supuesta ambigüedad de la ley y de su reglamento. Pero ante la sorpresa de todos, el ministro no quiso comprometerse y embarcó al procurador de la Nación. Consultó lo obvio: ¿Es pertinente aplicar el principio de jerarquía de la norma y que prevalezca el mandato establecido en la Ley de Deportes, sobre el reglamento de esa ley?

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Ante tan impertinente consulta la Procuraduría, tal cual una clase de primer curso de derecho, resolvió recomendarles a todos los organismos que no tuvieron el valor de resolver que era “indispensable recordar que en caso de contraposición de una norma inferior con una superior, se deberá aplicar la normativa superior”. En resumen, todo este enrevesado proceso electoral pulverizó cualquier intención o aspiración de convertirse en candidato a Rafael Verduga.

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Esto permitió que Antonio Alvarez tuviera vía libre para que sin el proceso de votación, y como único candidato, sea declarado presidente. Todo este procedimiento electoral terminó con una frase lastimera de Alvarez al asumir la presidencia: “Qué pena me da empezar así, que el presidente del tribunal electoral no pueda estar aquí entregando las credenciales”. Por esta significativa ausencia fue el expresidente del club Octavio Hernández quien debió entregarlas.

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Mientras tanto, Alfaro Moreno se fue cumpliendo un ciclo que se venía agotando de a poco. Por supuesto, siempre será recordado, porque en su periodo consiguió la decimosexta estrella nacional. También por soportar los efectos de la pandemia y, según su versión, haber conseguido la importante reducción de $ 7 millones del pasivo del club y, además, resistir las crisis internas, con la deserción de varios miembros del directorio.

Pero desde lo inmaterial, mantuvo vigente esa pasión única que representa el barcelonismo. Para otros críticos, la misión de Alfaro Moreno fue incompleta debido a que no obtuvo una copa internacional, que es el sueño de la hinchada amarilla y también un clamor cada vez más generalizado, ante las legítimas ínfulas de los equipos quiteños Independiente del Valle y Liga de Quito, que exhiben orgullosos en sus vitrinas esos valiosos trofeos.

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Y como si hubieran entrenado, tanto Alfonso Harb, al ingresar al evento de transmisión de mando, como Antonio Alvarez en sus correspondientes alocuciones, mencionaron que es importante luchar para tener un Barcelona ganador de las copas de la Conmebol. La oferta está hecha y la vara ha sido puesto arriba por voluntad propia y por exigencia de la historia. Servirá al momento de juzgar o medir el éxito o el fracaso de Antonio Alvarez.

La tarea de la nueva directiva es enorme en la parte organizacional, administrativa, financiera y futbolística. Por ello saben que deben redoblar esfuerzos para financiar el equipo, sustentados en una gestión inteligente que permita incorporar recursos importantes, pero no solo para solventar los gastos corrientes, sino para atacar y licuar ese gigantesco pasivo que es un severo escollo para el fortalecimiento del equipo de fútbol.

No pueden abstraerse por pretextos simbólicos, de acercarse a la tendencia que ha permitido superar a muchos clubes del mundo sus finanzas, como son las alianzas estratégicas con inversiones que inyecten importantes recursos o las sociedades mercantiles deportivas. Es tiempo de hacer un acto de reflexión: este tipo de gobierno simplista usado hasta el momento tan solo ha servido para dar vuelo a ese exhibicionismo de poder, gracias a la popularidad del club, sin preocuparse de la estabilidad o rentabilidad económica. No querer entender que ese ha sido uno de los problemas cruciales de la crisis de muchos equipos de nuestro fútbol es cerrar los ojos o desentenderse de las reales soluciones.

Cuando Alvarez promete prudencia en lo económico, inteligencia para financiar al club, debe estar consciente de que eso lo obliga a tener un plan de trabajo que incluya una estrategia administrativa y financiera muy diferente a la que nos ha acostumbrado Barcelona. También prometió ser frío y calculador. Siempre soñador, pero responsable y con los pies sobre la tierra.

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Mauricio Macri, exitoso expresidente de Boca Juniors, confesó que parte de su éxito fue vestirse de hincha a muerte los domingos, porque el resto de los días debía ser el líder de una empresa de fútbol. Antonio Alvarez ha mencionado que guardará su alma de hincha y que se pondrá el traje de presidente del club y que lo defenderá con altivez y honor.

Ha concluido el tiempo de los discursos, es tiempo de comenzar a cumplir las ofertas. Goza de un antecedente privilegiado, heredado de la brillante presidencia en Barcelona de su abuelo Aquiles Alvarez Lértora, que fue exitoso en complicadas épocas, cuando los dirigentes debían poseer poder social, político y sobre todo económico. Se convertían en mecenas dispuestos a arriesgar hasta el patrimonio familiar, para solventar las finanzas del club.

Aquiles Alvarez Lértora fue quien consiguió en 1971, en calidad de presidente de Barcelona, la corona nacional que representaba el segundo bicampeonato del Ídolo en su historia. El periodista Mario Valdez Zevallos la describió así: “Fue un pedazo de historia que estaba escondida, por la modestia, la proverbial sencillez de un dirigente al que nunca gustó promocionarse a costa del club, nunca buscó micrófonos ni fotógrafos. Su amor por el Ídolo del Astillero lo llevó a ser un inolvidable y exitoso presidente”.

Esa es su vara más alta, Antonio Alvarez. Ahora trate de alcanzarla, la oportunidad la tiene en las manos. Comience a diseñar su historia. (O)