A principios de esta semana, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pidió un compromiso mundial con la libertad en internet. Basándonos en el marco de los derechos humanos fundamentales, la libertad en internet, o lo que la secretaria Clinton calificó como la libertad de conectarse, aplica a las libertades de asamblea, expresión y asociación en el espacio cibernético. Hoy, al observar los acontecimientos alrededor del mundo, este compromiso es más importante que nunca. Al preservar estos derechos en la era digital, preservamos la promesa y la posibilidad de que internet continúe siendo una plataforma para las ideas, la innovación, la conexión y el crecimiento económico.

Ante el escenario de Egipto y el bloqueo más grande a internet que se haya producido en nuestro tiempo, hemos oído numerosos llamados por parte del presidente Obama y la secretaria Clinton así como de líderes de todo el mundo para que se respete la libertad de conectarse, en particular, la libertad de buscar y compartir información en internet.

El internet se ha convertido en la esfera pública del siglo XXI –es la plaza del pueblo mundial–. El tipo de activismo pacífico que hemos visto en la plaza Tahrir o en Túnez durante las semanas pasadas se replica cada vez más en internet de forma paralela y en coordinación con las manifestaciones en las calles. La gente en todo el mundo se reúne todos los días en internet para conectarse unos con otros, conocer una muestra del universo de noticias e información, o hacer escuchar sus voces. Y a través de este medio, ya sea en línea o en persona, surgen nuevas dimensiones de los debates que hemos venido sosteniendo durante siglos: cómo gobernar mejor, administrar justicia, buscar prosperidad y crear las condiciones para el progreso a largo plazo tanto dentro como fuera de las fronteras. La conectividad que la era digital fomenta solo ha agregado urgencia a la manera de reconciliar todas estas antiguas preocupaciones. Las decisiones que los gobiernos adopten hoy determinarán las características de internet en el futuro y no serán fáciles de tomar.

Las opciones que se nos presentan son conocidas, pero el espacio en que las confrontamos no lo es. ¿Cómo proteger la libertad y la seguridad? ¿la transparencia y la confidencialidad?, ¿la libertad de expresión a la vez que se fomenta la tolerancia y la armonía?

En primer lugar, con frecuencia la libertad y la seguridad se consideran mutuamente excluyentes, pero debemos tener ambas, tanto en línea como fuera de internet. Todos los días se nos recuerda tanto las promesas como los peligros de la era de la información. Debemos tener suficiente seguridad para poder utilizar nuestras libertades, pero no tanta que las pongamos en peligro. En el equilibrio entre la libertad y la seguridad, el punto de apoyo es el estado de derecho. Nuestra lealtad a este no se desvanece en el espacio cibernético. Ni tampoco nuestro compromiso con las libertades civiles. Estados Unidos está decidido a localizar y detener a los terroristas y las actividades criminales tanto en línea como fuera de internet. En ambas esferas perseguimos esta meta de acuerdo con nuestros valores. No es un secreto que la “seguridad” con frecuencia se invoca como justificativo para ataques agresivos a la libertad en internet. Los gobiernos que arrestan a comentaristas de blogs, investigan actividades pacíficas de sus ciudadanos y limitan o cierran el acceso a la información bajo el pretexto de mantener la seguridad, no engañan a nadie. Silenciar las ideas no las hace desaparecer.

En segundo lugar, debemos proteger tanto la transparencia como la confidencialidad. La transparencia es importante. Podemos y debemos dar a los ciudadanos información sobre sus gobiernos y abrir las puertas del comercio que históricamente estuvieron cerradas para la mayoría de la gente. Sin embargo, la confidencialidad también es importantísima. Protege la capacidad de las organizaciones y los gobiernos para llevar a cabo sus misiones y servir mejor los intereses públicos. Los gobiernos tienen una norma más estricta que cumplir al utilizar la confidencialidad, puesto que sirven al público. Pero todos los gobiernos requieren un nivel de confidencialidad al tratar asuntos como la seguridad pública y la seguridad nacional. Por ejemplo, no sería adecuado publicar en internet los detalles de negociaciones delicadas entre países sobre la manera de ubicar y desechar materiales nucleares o la manera de combatir la violencia de los carteles de la droga.

En tercer lugar, debemos tratar de proteger la libertad de expresión y al mismo tiempo fomentar la tolerancia. Como la plaza de un pueblo, internet alberga todo tipo de discursos: falsos, ofensivos, constructivos e innovadores. Con una población en línea de más de 2.000 millones de personas y que va en rápido aumento, la variada naturaleza de las expresiones en línea solo seguirá proliferando. No cabe duda de que, en concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, todos los pueblos tienen el derecho a la libertad de expresión. El desafío es lograr un compromiso con la libertad de expresión en línea y al mismo tiempo destacar la importancia de aprovechar la capacidad de internet para fomentar la tolerancia y la paz. Creemos que la mejor forma de hacerlo es fomentando más la expresión y no limitándola. Al exponer y desafiar las expresiones ofensivas en lugar de suprimirlas, se permite que el público las examine y responda a ellas. En el mercado de las ideas, aquellas que tengan mérito se harán más fuertes y las que no, se desvanecerán.

Mediante la libertad en internet, tenemos la singular oportunidad de vincular un asunto de derechos humanos con nuestras aspiraciones de prosperidad económica mutua. Los principios de la libertad en internet están arraigados en la apertura de la plataforma para que internet pueda seguir siendo un motor de ideas, innovación y crecimiento económico. Los mercados abiertos a nuevos productos y servicios catalizan el espíritu empresarial, la innovación y la inversión. Hemos visto que las inversiones e innovaciones en el mercado mundial de internet fluyen hacia los países que se esfuerzan en hacer de la apertura la característica principal de su política respecto a internet.

A medida que avanzamos y la plaza universal de internet continúa floreciendo, estamos seguros de que podemos proteger y adelantar los principios de libertad y seguridad, transparencia y confidencialidad, y libertad de expresión y tolerancia. Juntos conforman los cimientos de la libertad y la apertura de internet.

*Embajadora de Estados Unidos.