El Capwell vibró durante 90 minutos intensos. Cuatro goles en un empate dramático, pero el 2-2 en el Clásico del Astillero de ayer le supo a derrota a Barcelona, porque el punto no lo saca de la zona de descenso.

La necesidad de ganar el encuentro ante tradicional rival motivaron a los canarios a explotar su potencial futbolístico desde el inicio del juego. Fue un Barcelona que no se había visto en los anteriores partidos de la segunda etapa: con sus once jugadores dando lo máximo de su rendimiento técnico y físico.

El mediocampo, que antes había sido el punto débil de los toreros, se convirtió en su fortaleza en el primer tiempo. Fernando Hidalgo redobló su esfuerzo para contener a Silvano Estacio, lidiar con José Luis Quiñónez y abrir espacios a sus compañeros Hernán Encina, Wilson Folleco y Raúl Román, quienes arremetieron contra del golero Marcelo Elizaga.

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La constante presión torera fue efectiva y a los13 minutos, cuando el paraguayo Román aprovechó un error tde Elizaga, quien salió mal a cortar un centro y soltó un balón en el área para decretar su primer tanto. 

El segundo tanto fue casi una repetición del primero, porque Román llegó nuevamente por la izquierda y empalmó de cabeza un centro cruzado por Folleco (24m).

Los dos goles neutralizaron a Emelec. Pero solo durante 45 minutos. En la segunda parte fue el turno de los eléctricos, que mejorar su ataque con el ingreso de los argentinos Hernán Peirone y Pablo Pérez.

Ya en el minuto 56, Peirone le hizo la primera advertencia al portero Máximo Banguera (remató sobre el arco), pero a los 69m no perdonó. Dio un brinco en el área y remató un tiro de esquina de Joao Rojas para descontar 2-1.

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El contragolpe azul se intensificó y se volvió incontenible para Barcelona con la entrada del Milagroso Franco Mendoza, quien correspondió a la petición de la afición millonaria para igualar a los 79m.