EE. UU.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos estará votando esta semana sobre una iniciativa de ley pionera, por primera vez, le daría a poder real a la Administración de Alimentos y Fármacos, la FDA, para que regule productos del tabaco, de manera muy similar a como regula actualmente alimentos, fármacos y aparatos médicos. Esta es una iniciativa de ley de importancia crucial, la culminación de más de una década de lucha enfocada a poner a la renegada industria tabacalera bajo el control regulador.

En los años noventa, la FDA intentó regular los productos del tabaco bajo estatutos ya existentes, pero la Suprema Corte dictaminó que esta dependencia federal había excedido la autoridad otorgada por el Congreso estadounidense. Ahora, ambas cámaras consideran iniciativas que volverían ley las normas de esta dependencia de 1996, sumando herramientas y poderes adicionales de la misma forma. David Kessler, el ex comisionado de alimentos y fármacos que encabezó la batalla reguladora hace ya más de una década, dijo que era “la ley del tabaco más firme que hayamos visto en toda nuestra vida”.

La iniciativa de ley pendiente en la cámara baja del Congreso facultaría a la FDA para la regulación tanto el contenido como el marketing de productos de tabaco. La dependencia no podría prohibir directamente productos de tabaco o eliminar toda nicotina de su contenido, pero sí podría reducir los niveles de nicotina, eliminar otros ingredientes nocivos y fijar normas de producto a fin de proteger la salud pública. De manera similar, podría restringir la publicidad y promoción al grado permitido por la Primera Enmienda.

La administración Bush se ha opuesto a esta iniciativa de ley exponiendo varios argumentos, ninguno de los cuales ha sido urgente o crucial. Su objeción fundamental es que la iniciativa sumaría enormes responsabilidades nuevas a la FDA, en momentos que la dependencia está luchando por mejorar la seguridad alimentaria y la vigilancia de fármacos importados, así como de aparatos y alimentos. Por supuesto, la razón por la cual esta dependencia enfrenta problemas es que la Administración, leal a su ánimo en contra de la regulación, no ha logrado suministrar recursos suficientes durante la mayor parte de su mandato. La solución consiste en suministrar fondos suficientes y personal para llevar a cabo todas las tareas vitales, no evitarlo nuevamente.

La Administración teme incluso más que las cuotas de usuarios impuestas a las tabacaleras no cubran los costos totales del esfuerzo regulador, obligando, por tanto, a la FDA a cometer un acto de canibalismo sobre otros programas para compensar la diferencia. No obstante, el anteproyecto de ley ahora aclara que solamente las cuotas de usuario designado y ningún otro recurso de la FDA puede ser empleado en la regulación del tabaco.

La Administración también arguye –al igual que algunos activistas en contra del tabaco– que la vigilancia de la FDA podría dejar a la opinión popular con la percepción errónea en cuanto a que los productos de tabaco son seguros, o al menos más seguros, con la regulación. Sin embargo, la iniciativa de ley prohíbe que las empresas tabacaleras den a entender que cuentan con la aprobación de la FDA, al tiempo que la dependencia cuenta con amplias formas de recordarle a la población que el tabaco es nocivo.

Esta iniciativa de ley cuenta con firme apoyo de organizaciones como La Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, la Asociación de Cardiología de Estados Unidos, la Asociación Estadounidense del Pulmón y la Campaña por la Infancia Sin Tabaco. Además, cuenta con el respaldo de Philip Morris, pero enfrenta la oposición de la mayoría de la industria tabacalera.

La legislación necesita ser aprobada este año por márgenes a prueba de veto en ambas cámaras, no sea que el impulso de la reforma se disipe el año entrante.

© The New York Times
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