Si hablas, das órdenes una y otra vez y hasta te enojas pero a tus hijos ni les va ni les viene, es que al parecer has perdido la autoridad. La obediencia es a los hijos como la autoridad es a los padres. Son dos elementos que se fusionan y depende el uno del otro. En palabras más sencillas: sin la autoridad de los padres no puede haber obediencia de los hijos.

La ausencia de autoridad de los padres, es decir, la ausencia de normas, de límites, de acciones que deben ejecutar, desconcierta a los hijos. Y les hace sufrir porque desconocen el camino a seguir. Cuando el niño sabe exactamente lo que se espera de él, conoce los límites y normas que debe cumplir, cuando se le exige acompañado de cariño, el niño se siente seguro, tiene referencias y nosotros por tanto estamos ejerciendo bien la autoridad. Ejercer la autoridad es enseñar valores a nuestros hijos, es ayudarles a madurar, es darles los cimientos para toda una vida futura, es formarlos en base al respeto, el amor y cumplimiento de normas. Muy diferente al autoritarismo, el cual busca imponer sin importar el beneficio de los demás, pues lo hace para demostrar su poder.

Una de las consecuencias que acarrea la ausencia de autoridad paterna es la manipulación de los hijos. Lo cual es lógico, cuando los padres no tienen una postura firme sino que son como veleros que se van para donde sople el viento, los hijos toman el mando de control y los padres quedan relegados. En la mayoría de los casos, cuando los hijos no obedecen, se debe a una autoridad mal ejercida.

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Laura María Noboa, licenciada en orientación familiar y directora de la web ecuatoriana ‘Construyendo Familias’, explica que muchas veces los hijos no obedecen porque tratan de llamar la atención de los padres de forma negativa, sobre todo cuando los padres viven regañando a los chicos.

“Mejor es un palo que nada. Esto significa que los niños necesitan atención de sus padres para saber que existen y que son amados. Esta atención puede venir de forma positiva o negativa. Si tú solo retas a tus hijos les estás dando una atención negativa, entonces los hijos aprenden desde chiquitos que el papá solo lo mira para regañarlo y cuando hace algo bien nadie lo mira”, detalló la experta.

Nadie quiere ser transparente entonces, si la única forma de que tus padres te presten atención es desobedeciendo, esa es la vía que elegirán los hijos. Los niños que solo hacen berrinches deben llevar a sus padres a cuestionarse: ¿Qué tanto miro a mis hijos cuando hacen las cosas bien? ¿Acaso vivo regañándolo y castigándolo? Recuerda que el clima familiar lo pone papá. (F)