Dr. Eduardo Santillán
Ph.D. Neuropsiquiatra-Terapeuta

Elogie lo bueno que intente hacer o haga su hijo/a: Usted debe reconocer cada día, lo bueno que realiza su niño/a u adolescente y debe decírselo con voz muy audible y comprensible. Transmítaselo (comuníquele) también a su cónyuge, si por su propia iniciativa no felicita al/a niño/a, incentívele a que lo haga. Lo cual será muy estimulante para su hijo/a.

De no felicitarlo muy posiblemente perderá el agrado por esforzarse en pro de seguirse desarrollando positivamente! Agradézcale sus logros y/o sus esfuerzos. Fortalecerá su autoestima, su relación progenitor/a-hijo/a e incrementará saludablemente su autoestima. E identificará que ha hecho bien! No efectué comparaciones: Evite realizar comentarios tales como "¿Por qué no eres como tu primo? " o "¿Por qué no eres simpático como Juanito, el hijo de la vecina que vive a la vuelta?". Claramente le recordarán a su hijo sus debilidades.

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Tampoco debe decirles: "¡Tú eres el mejor jugador!", “¡Siempre serás el mejor estudiante!”; “¡ Tu obligación es siempre ser el mejor!”, etc., son peligrosamente perjudiciales porque a su hijo/a se le hará imposible y posiblemente obsesivo o defraudante intentar alcanzar los niveles de exigencia requeridos por usted. Jamás debe efectuarle comentarios como: ¡“Si no eres el/a mejor no te voy a querer”!; “¡los niños buenos siempre triunfan porque se esfuerzan por contentar a sus padres!”; etc., Las metas u objetivos o progresos que les invitemos a efectuar a nuestros hijos deben ser logrables de realizar y deben ser graduales, es decir que no se podrán lograr inmediatamente, sino paulatinamente y con un esfuerzo razonable!... (O)