Ningún gato se comporta como otro. Sus preferencias o antipatías están estrechamente ligadas a su temperamento. Cuanto mejor conozca el dueño a su animal, más fácil se hará la vida en común.

Del inocente gato juguetón hasta el gato vago que apenas se mueve, los felinos que conviven con nosotros son de muy diversos tipos. Lo que les gusta y lo que no depende de su carácter. Por eso también es distinta la forma en la que debemos ocuparnos de ellos. A continuación se ofrecen consejos según cada tipo de gato:

La bolita de pelo

¿Moverse? Esta desde luego no es la actividad favorita de este tipo de gato. Él prefiere tumbarse en el sofá y dejarse acariciar. Solo a la hora de comer muestra disposición a la actividad.

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"Lo mejor es dar de comer pienso a estos gatos", recomienda la terapeuta y entrenadora de animales Tjalda Saathoff. El animal precisa más tiempo y energía para comerlo que otros tipos de alimento. Para hacerlos adelgazar, lo mejor es reducir la cantidad de comida que se les da y distribuirla a lo largo del día.

El agresivo

Es el gato que salta con las garras afiladas a nuestro regazo y no se deja tomar en brazos. Araña e incluso muerde a quienes están a su alrededor. Si hay niños en casa, hay que extremar las precauciones porque este tipo de gatos es con frecuencia impredecible.

Detrás hay una pulsión irrefrenable por jugar y cazar. "Necesita constantemente una ocupación", dice Barbara Schöning, de la Asociación Veterinaria sobre Comportamiento y Terapia de la ciudad alemana de Hamburgo. Lo mejor con este tipo de gato es propiciarle todo el espacio y el tiempo que necesite para ello. La experta recomienda a los dueños tener mucha comprensión y paciencia con el gato que es así.

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El divo

Este gato deja claro lo que le gusta y lo que no. Ya sea el nuevo rascador o la comida, en cuanto algo no le agrada, se comporta como si lo hubieran ofendido y se retira a una esquina. "Pero sobre todo castiga a su dueño ignorándolo", dice Birgitt Thiesmann, de la organización protectora de animales alemana Vier Pfoten (Cuatro Patas).

Quien vaya detrás de él todo el tiempo, solo estará potenciando ese comportamiento, advierte. "Si no le gusta la comida, habrá que dejarle sin comer nada más. Cuando no pueda más por el hambre, irá y comerá", dice. No obstante, advierte de que si no come durante mucho tiempo, habrá que consultar con el veterinario.

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El juguetón

Ya sea con el mantel o con las cortinas, este gato ve en todo un juguete potencial para él. "Por lo general suele ser joven", explica Birgitt Thiesmann. Los dueños necesitarán energía con él o pueden también buscarle un compañero de juegos de su especie. "Si se descarta tener un segundo gato, a veces ayuda alimentarle con una comida especial con poca energía", indica.

El tímido

En cuanto llega visita a casa, este animal desaparece. Tan rápido como el rayo, se esconde cual fantasma bajo el sofá o la cama. "El gato tímido necesita mucha tranquilidad y posibilidad de retraerse cuando lo necesite", cuenta Thiesmann. Solo con mucha paciencia se puede ir combatiendo esa timidez. "Es fácil que se asuste y hay que tratarlo por eso con sensibilidad". En resumen: en vez de organizar una fiesta ruidosa en casa, lo mejor es juntarse con los amigos en otro lugar.

El vagabundo

"Los gatos son cazadores especializados que emplean mucho tiempo exploraron su mundo", explica Schöning. Por eso no es raro que el vagabundo disfrute dando vueltas por la calle. Solo cuando puede salir con frecuencia al exterior, se encuentra bien. Pero si se le cierra la puerta, no será un compañero agradable. Se volverá sucio e infeliz. "Del vagabundo no se puede hacer un gato casero", advierte Schöning. Lo que funciona con él es el lema "vive y deja vivir".

 

El mimoso

Este tipo de gato es nuestra sombra. Da igual donde estemos, ya sea en el sofá o en la cama, siempre estará con nosotros. No lleva nada bien que le pongamos límites, tiene que estar siempre ahí donde nos encontramos. "Con él funcionan solo las instrucciones rigurosas y en un volumen mayor al acostumbrado", aconseja Thiesmann. No obstante, aunque la necesidad de cariño de este gato a veces nos ponga nerviosos, no hay que ignorarla. Lo mejor es integrar los momentos de caricias intensivas a lo largo de la jornada. (I)

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