Ellos tienen la capacidad de crear manos, de imprimir una extremidad del cuerpo que a alguien le haga falta, de reemplazar alguna parte del esqueleto que decidió no funcionar más.

Pueden hacerlo, quieren hacerlo, lo están haciendo. Son Livington Freire Barco, de 30 años, y Geovanni Padilla Mora, de 29. Profesionales guayaquileños que utilizan su tiempo libre en fabricar prótesis con impresoras 3D.

Empezaron hace seis meses. Aunque habían comprado una impresora 3D en el exterior, decidieron crear otra con más ventajas en su propio taller, una habitación en casa de Livington.

Publicidad

Un espacio pequeño donde surgen ideas y proyectos con el potencial de cambiar vidas.

Javier Ortega, de 37 años, nació sin su mano derecha y los dedos de su mano izquierda nunca se desarrollaron con normalidad. Él recibió la primera prótesis creada por este dúo de emprendedores.

Sentir que sus dedos de plástico presionan la piel al estrechar su mano en un saludo desata sonrisas en múltiples dimensiones.

Publicidad

Livington y Geovanni utilizan diferentes tipos de plásticos para confeccionar las prótesis, que pueden diseñar a la medida de cada paciente. No utilizan componentes electrónicos, pero gracias al diseño y ensamblaje a través de cuerdas especiales, el paciente tiene la capacidad de mover los dedos y manipular objetos.

Fabricar una prótesis de mano toma alrededor de 26 horas, y el proceso de medición, diseño, confección, ensamblaje, prueba y entrega podría realizarse en una semana si ellos dedicaran todo su tiempo a este proyecto.

Publicidad

Sin embargo, para enfocarse por completo a la creación de prótesis necesitan respaldo. "Nosotros podemos dar manos, pero ahora necesitamos una mano", dice Livington. No quieren vender extremidades de plástico, quieren donar nuevas capacidades a personas que lo necesiten.

Ellos combinan sus trabajos regulares con la investigación y el desarrollo de impresiones en 3D. Con entusiasmo comentan que tienen en mente elaborar hilos de plástico que sirvan de 'tinta' para imprimir las prótesis, materia prima que al momento debe ser importada y resulta costosa.

También esperan fabricar más impresoras 3D y ofrecerlas a unidades educativas para que niños y jóvenes puedan experimentar y crear. Aprender.

Su conocimientos en diseño industrial, electrónica, anatomía, y su insaciable curiosidad los ha llevado a conectarse con otros equipos alrededor del mundo que están realizando trabajos similares, y aseguran que la prótesis que Javier usa para estrechar manos de carne y hueso podría valorarse en $ 40 mil, costo que se reduce 100 veces al fabricarse en el país bajo su metodología. 

Publicidad

El potencial es amplio. Con mayor inversión afirman poder desarrollar extremidades inferiores y crear prótesis implantables, que reemplacen rótulas y mandíbulas, por ejemplo. En tanto, estos emprendedores con capacidad de imprimir extreminades, están buscando 'manos amigas'. (I)

Más sobre ellos: Ecuabot Factory en Facebook.