Los testimonios que se recabaron el 28 de marzo pasado en el caso Metástasis dejaron corto a cualquier talentoso escritor o libretista de series de Netflix. Lo que se pudo escuchar sorprendió a más de uno, incluso en la misma Corte y sala de transmisión de Zoom, pese a que hace tiempo se viene hablando de casos de corrupción en distintos estamentos del país.
Sin embargo, Mayra Salazar, la exanalista de comunicación de la Corte Provincial del Guayas y parte del Programa de Víctimas y Testigos dirigido por la Fiscalía General del Estado, dejó al descubierto cómo supuestamente operaba un entramado de corrupción que alcanza a jueces, abogados, políticos y presentadores de televisión, todos vinculándose a delincuencia organizada y narcotraficantes.
La contaminación se ha extendido en el Ecuador, de acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía, los chats que se han hecho públicos y versiones como la de Mayra Salazar, tal como se riega el cáncer cuando hace metástasis en el cuerpo humano.
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La gravedad de lo que salta a la luz preocupa e impacta a la ciudadanía. Es imperativo que el caso Metástasis, así como el caso Purga, que es una extensión del primero, terminen por descubrir todas las operaciones ilícitas que afectaban a la justicia, protegían a delincuentes y enriquecían a quienes se prestaron a prácticas corruptas.
Esta Metástasis debe aniquilar la corrupción, no a las instituciones. La justicia tiene que hacer su trabajo y a través de él depurar todo lo contaminado. Los ciudadanos exigen una labor proba y honesta.
Es lamentable tanta inmundicia, pero es mejor que se investigue todo y se ataque de raíz a la corrupción para recuperar la confianza en el sistema de justicia y la institucionalidad.
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Revisar cómo funcionan los organismos de control y seguimiento a funcionarios y autoridades es otra tarea pendiente.
Con toda seguridad los ciudadanos apoyan a quienes se han embarcado en la búsqueda de la verdad y de desterrar la delincuencia en todas sus formas. (O)