Los asuntos que estamos enfrentando sobre nuestra seguridad internacional y nacional son extremadamente peligrosos.

En lo internacional, la reclamación que nos hace Rusia por el envío o intento de envío, directa o indirectamente, por parte de Ecuador de armamento a Ucrania, en medio de la guerra entre estos dos países, es formalmente grave. Ha dicho que es un acto “poco amistoso”, lo que, en lenguaje diplomático, es una advertencia de enemistad.

Dejamos de ser neutrales, nos convertimos en aliados de Ucrania y enemigos de Rusia por este material de origen ruso y ucraniano. Según el comunicado de la Embajada rusa, el Gobierno ecuatoriano manifestó, anteriormente, su posición de neutralidad. Tal vez lo más ilustrativo es revisar la actitud de los Estados Unidos contra todo aquel que venda armamento a Rusia: le aplican todas las sanciones imaginables. De la misma manera, Rusia podría dejar de comprar banano del Ecuador, del que es el principal comprador.

Estas cosas no se resuelven por simpatías personales o ideológicas, se lo hace por la conveniencia del Estado. El tratar de disminuir la importancia del asunto calificando al material bélico de “chatarra” hace que nos preguntemos: Si es “chatarra”, ¿para qué se la llevan? Conservemos el actual material –que entendemos está todavía en Ecuador– y evitemos alinearnos con ninguno de los bandos. Al parecer es una transacción de unos 200 millones de dólares. El Ecuador, como presidente temporal del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), debe buscar el cese del conflicto, no contribuir con armas para su continuación. Entendemos que esta contribución con armamento para Ucrania fue iniciativa de la anterior administración, lo que facilita a la del presidente Daniel Noboa el cancelarla. En derecho, está bien que sostengamos nuestra antiquísima tesis de que la conquista no otorga derechos.

En lo nacional, los ecuatorianos han recibido con gran satisfacción la cooperación entre las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para una acción frontal contra el crimen organizado; esto ha despertado un interés patriótico que crea una causa nacional. Así la tuvimos hasta el siglo pasado en defensa del territorio nacional. Las eventuales fallas serán superadas: el declarar conflicto armado interno es peligroso porque eleva a los criminales al rango de beligerantes con los derechos consiguientes.

Para financiar el costo de esta acción de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, el Gobierno ha propuesto elevar el IVA en tres puntos (de 12 % a 15 %), lo que produciría unos mil millones de dólares. Reconozcamos que es absolutamente necesario mantener la producción del petróleo del ITT. Quijotescamente, queremos gastar el doble de esa cantidad en tapar los pozos en producción, dejar de recibir ese ingreso permanente y pagar, en consecuencia, nuevos impuestos. Esto lo hemos decidido mientras las grandes potencias aumentan su producción de petróleo. Asimismo, aspiramos a asistencia económica del exterior para esta lucha. El presidente Noboa debería incluir en la consulta popular un pedido a la ciudadanía de revocatoria de la consulta anterior sobre el ITT. (O)