Hace poco Juan Carlos Holguín, excanciller de la República, con una buena dosis de sinceridad, reconoció el fracaso del gobierno del presidente Guillermo Lasso, al haber sido incapaz –se intuye– de dar respuesta a los graves problemas que afectan a la población como la creciente violencia e inseguridad que convulsionan al país; la falta de dinamismo en una economía ralentizada; creciente corrupción y deterioro institucional que hoy colocan al Ecuador como un Estado fallido.

De otro lado, y como si se tratara de una realidad paralela, Pablo Arosemena, ministro de Economía y Finanzas, dice –sin siquiera sonrojarse– que el Gobierno dejará los motores de la economía encendidos, apostando a un mayor desempeño en el consumo de las familias y a un ordenamiento fiscal –ciertamente inexistente– que solamente el oficialismo logra observar.

No obstante, el Banco Central ha efectuado varios ajustes hacia la baja en cuanto a la expectativa real de crecimiento del PIB durante el año 2023. Inició con un 3,1 % con la formulación de la proforma presupuestaria, para luego pasar a un 2,5 % y actualmente llegar a 1,5 %. Esta clara trayectoria descendente (que se agrava en el 2024 con una estimación del 0,8 %) lo que refleja nítidamente es el pobre dinamismo de la economía al verse comprometida la demanda agregada como resultado de una afectación en el consumo interno, la falta de inversión, un gasto público que se lo hace con cuentagotas y un sector externo que no termina de depender del petróleo y de vaivenes del mercado internacional.

Por lo mismo, resulta difícil entender una economía con motores encendidos y con un nivel de inversión extranjera directa (IED) marginal. Durante el primer semestre del año 2023, apenas se registran, en este rubro, $ 106,6 millones, lo que hace prever un monto total anual muy por debajo inclusive de los $ 832,5 millones alcanzados en 2022, cifra bastante limitada si se compara con los niveles de inversión extranjera alcanzados, en el mismo periodo, por ejemplo, en Colombia y Perú que, según la Cepal, la IED se ubicó en $ 16.869 millones y $ 10.848 millones, respectivamente.

(...) durante los años 2024 a 2026 el pago total de amortizaciones e intereses de la deuda pública interna y externa crecerá...

Así, el eslogan “Más Ecuador en el mundo y más mundo en Ecuador” no pasó de ser una frase marquetera electoral, sin sustancia, como aquel compromiso del primer mandatario de provocar un shock de inversiones en alrededor de $ 30.000 millones.

A esto se suma que el alto riesgo país, actualmente con una tasa del 18,55 %, limita las capacidades para acceder a financiamiento, en condiciones razonables. No olvidemos que el gobierno del presidente Lasso inició su gestión con 714 puntos de riesgo país; no obstante, lo que se ha podido verificar durante este lapso ha sido el progresivo deterioro de este indicador.

A esto hay que agregar que durante los años 2024 a 2026 el pago total de amortizaciones e intereses de la deuda pública interna y externa crecerá significativamente, lo que incrementa las necesidades de financiamiento del presupuesto general del Estado afectado también por un persistente déficit fiscal.

El nuevo gobierno recibirá una economía con sus motores sin fuerza, casi apagados. (O)