Con un sentimiento de profunda preocupación por el presente y el futuro de la sociedad global, varios analistas han concluido que estamos atravesando una era de “crisis permanente”, cuya característica más notable es la incapacidad de solucionar problemas estructurales o coyunturales en forma integral y con visión de futuro.

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Quienes vivimos en estos tiempos hemos aprendido que la historia del mundo no es lineal, sino el producto de circunstancias imprevistas, que se producen espontáneamente o son generadas con plena intención de producir disrupciones temporales o permanentes. Las crisis generalmente combinan narrativas comunicacionales que producen un efecto psicológico de frustración, impotencia, ira y desesperanza.

Esta situación es peligrosa, pues la mayoría decepcionada puede reaccionar contra el poder imperante incapaz de administrar un estado y solucionar los problemas.

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No importa el sistema de gobierno que tenga un Estado, sea democrático o autoritario: las crisis vienen en forma sostenida y permanente, lo que hace necesario tomar decisiones inmediatas. La capacidad de equivocaciones crece si la improvisación e inexperiencia campean, más aún si hay soberbia y autoritarismo.

Es necesario que el mundo haga un esfuerzo de autorreflexión y analice las razones por las cuales estamos en una era de crisis permanentes.

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Quizás la incapacidad de buscar soluciones de manera eficaz venga de la naturaleza dinámica de la generación de problemas; una crisis genera otra y así se desencadenan los acontecimientos hasta llegar a niveles de conflictos y guerras. Es necesario preparar expertos en manejo de crisis, con experiencias reales para la solución de los problemas. La teoría, si no va acompañada de la experiencia, tiene un alto grado de fracaso.

Claramente, hay que también diferenciar que hay problemas de Estado que son diametralmente distintos a los problemas empresariales y, por ello, muchas veces el trasvasar soluciones de un sector al otro agrava antes que soluciona el problema.

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En la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia, uno de los cursos más importantes abarca “el manejo de crisis”, que es el análisis de los procesos para mitigar o corregir los impactos causados por una crisis internacional o nacional, que cause efectos negativos, llegando a la muerte y destrucción. La diplomacia es justamente la carrera donde el conocimiento para la solución de controversias, crisis y conflictos es indispensable.

Las crisis son un magnífico negocio porque nunca cesan y entran en el perpetuo ciclo de conveniencia política, militar y social. Hay quienes viven de crear y fomentar crisis y están interesados en su evolución hacia conflictos y guerras. En la cara de cada víctima de este perverso círculo de violencia se pueden mirar las huellas de las de las doctrinas de seguridad, el narcotráfico y los emprendimientos de los mercaderes de las armas, la corrupción y la ilegalidad.

En un mundo polarizado y en constante confrontación geoestratégica, en esta era de crisis permanentes, los países como el nuestro deben encontrar soluciones con absoluto apego a sus principios e intereses. (O)