Daniel Kahneman, en el 2002, y Richard Thaler, en el 2017, han sido galardonados con el Nobel de Economía por la Real Academia Sueca de las Ciencias. Estos hechos no son una coincidencia, una lectura muy acertada es que la economía dejó de ser un patrimonio exclusivo de las ciencias duras. Como afirma Thaler: “Creo que el más importante reconocimiento es que los agentes económicos son humanos, y los modelos económicos los deben integrar”. Es sorprendente que dos psicólogos “no economistas” han cuestionado con pruebas lo que los economistas creyeron por muchos años: que las personas suelen tomar decisiones de consumo, inversión o de cualquier tipo basadas en su buen razonamiento.

Según Kahneman, las personas tienen dos formas de pensamiento: el Sistema uno, rápido, intuitivo y emocional; y el Sistema dos, más lento, esforzado y racional. El primero proporciona conclusiones de forma automática, y el segundo, respuestas conscientes. La mayoría de las veces el que decide es el primer sistema. En entornos de alta incertidumbre tomamos decisiones basados en ciertos atajos, así por ejemplo, las personas en vez de analizar toda la información se limitan a comprar lo mismo que sus amigos o familiares. Para Kahneman, los consumidores se ven influenciados por la forma o el marco en que la información es presentada. A veces la misma información presentada en distintas formas lleva a que los consumidores tomen decisiones distintas. Y también que la preferencia por evitar una pérdida es más grande que la preferencia por ganar algo al momento de decidir.

Por su parte, Thaler mostró que es posible cambiar la conducta de los ciudadanos modificando el entorno en el que se toman ciertas decisiones, que “empujar sutilmente” hacia el comportamiento deseado en vez de recurrir a amenazas o castigos. Sus estudios revelaron que las personas toman decisiones económicas no solo pensando en lo que pueda ser justo para ellos, sino para los demás y que escogen a menudo la que es más fácil sobre la que es más adecuada; así, esto explica por qué no inviertan en planes para ahorrar para la vejez o tomen decisiones saludables de estilo de vida.

La obra cumbre de Kahneman es su libro Pensar rápido, pensar despacio, publicado en el 2011, mientras que la obra cumbre de Thaler es el Empujón, publicado en el 2008. Sus ideas han dado pie al surgimiento de “la economía conductual”. Esta nueva disciplina nos sirve para entender “por qué decidimos lo que decidimos” y “por qué hacemos lo que hacemos”; sus fundamentos nos ayudan a explicar desde el surgimiento de las grandes crisis hasta las más pequeñas decisiones de la vida.

Deberíamos incorporar los principios de la economía conductual en los pénsums y en la pedagogía de los colegios, de los pregrados y las maestrías de las escuelas de negocios. Y en la forma de llevar la agenda pública, como en efecto lo hizo el gobierno de Obama. No cabe la menor duda de que la psicología ha llegado para integrarse con éxito en la economía, poniendo a los sentimientos y emociones de las personas en su centro y ayudándonos a tomar mejores decisiones. (O)