Patética, penosa. Así fue la despedida del líder en canal propio y con periodista de incondicional militancia. Aunque seguramente hoy hará su último discurso triunfalista, en la peregrinación de sus fieles a Tababela, la pesadumbre mostrada en la entrevista no podrá ser escondida con frases incendiarias. Estas, las que se convierten en muletilla de sus guerreros digitales, las repetirá una vez más para goce de la multitud, pero su sentimiento de fondo quedó grabado en el video. “Desazón” y “dolor” fueron los términos que utilizó para expresar lo que le produce la “estrategia muy clara de diferenciación” que, en su opinión, ha adoptado el presidente Moreno. Con un paso que le pone al borde de la ruptura total, calificó a esas acciones como muestras de deslealtad y mediocridad. Esas “son cosas que hieren profundamente”, confesó en el momento más triste de su despedida.

Los psicólogos podrán explicar lo que ocurre en una cabeza que nunca estuvo preparada para una situación como la que está viviendo el país y en particular Alianza PAIS. En el plano político, esa pesadumbre personal tiene un alcance colectivo. Es una situación que se veía venir y se la anticipó hace mucho tiempo, cuando se preveía que la revolución de los trescientos años tendría una vida algo más corta. En concreto, podría durar el tiempo que el líder único e indiscutible permaneciera en la escena. Que él no haya sido capaz de verlo, solamente es una muestra de su ensimismamiento y de su necesidad de construir una realidad amoldada a sus ilusiones. Que los fanáticos tampoco lo hayan previsto no llama la atención si nunca quisieron construir un proyecto político más allá del gran guía y conductor. Sabido es que los castillos de naipes caudillistas no tienen cimientos. Están sostenidos en una única carta que, paradójicamente, es la de arriba.

Simbólicamente, la entrevista marcó el fin de una época. No fue el final heroico que anticipó a lo largo de la campaña y durante la transición con el retintín de la mesa servida. Aunque no faltaron el autoelogio y la visión guerrerista de amigos y enemigos, predominaron el desasosiego, el malestar al comprobar que hay alguien que puede tomar, aunque sea tímida y débilmente, un camino distinto al que él dejó marcado. Fueron inútiles los esfuerzos del entrevistador (que en medio de todo se jugaba el cargo) para evitar que deje instalado el mensaje de decepción y de ruptura. Era imposible, porque eso no va con un caudillo que nunca aceptó discrepancias en sus filas y que siempre sostuvo que en una ciudadela sitiada –que es como él concibe al país– cualquier disidencia es traición.

Lo que se viene para el gobierno y para el Ecuador habrá que verlo con detenimiento en los próximos días y semanas, en un tiempo que corre más rápido que lo esperado. Lo que sí queda muy claro es que su retiro europeo comienza con título de novela. Al arribar a la siempre lluviosa Bruselas no le quedará sino saludar: Bonjour tristesse. (O)