Ni se ha dado ni se dará. Cuando ese… ¿ese qué?, no hallo una palabra para denominar a Maduro, un vocablo que refleje su vulgaridad, inepcia y crueldad. Bueno, cuando dice que el derrumbe de Venezuela es causado por Estados Unidos, veo a los responsables de la política exterior americana matarse de risa. Washington no va a intervenir militarmente en el país caribeño, ni va a endurecer las leves sanciones que implementó para complacer a los halcones, que es como apodan allí a los sectores más duros. No lo hará porque no tiene ninguna necesidad. ¡Por el petróleo!, enseguida saltan aquellos para los cuales todo se resuelve en simplonas explicaciones economicistas. El petróleo venezolano se refina y consume en gran parte en Estados Unidos, así seguirá hasta que este hidrocarburo sea sustituido por fuentes más eficientes de energía. Encontrar otro mercado y otro esquema está más allá de las posibilidades mentales de los dirigentes bolivarianos.
La patria de Miranda llegó a ese estado de descomposición moral, quiebra económica y fraccionamiento social, gracias a las visionarias sandeces del comandante Chávez, ninguna potencia extranjera la empujó allí. Tal y como está es muy conveniente para sus enemigos, cualesquiera que fueren. Es un “espejo cuántico” del fracaso del socialismo del siglo XXI. Para desacreditar esa doctrina no hay que hacer profecías ni maromas mentales, basta decir “fíjate lo que sucede en Venezuela”. Ningún otro país va a arrojarse por ese despeñadero y los que ya lo hicieron, tratarán de agarrarse de las rocas salientes, para no estrellarse de manera tan penosa. En Bolivia y Ecuador, halcones revolucionarios sueñan con radicalizar sus procesos, incluso lo intentarán, pero serán copados por sus correspondientes palomas ávidas por hacer negocio. ¿Y Nicaragua? Bien, gracias, con el gobierno de Anastasio Ortega. ¡Se llama Daniel! Cierto, es que como es tan parecido. Las declaraciones del almirante Tidd, jefe del Comando Sur americano, sobre una posible acción en conjunto con otros países, deben tomarse más como un ejercicio conceptual que como una amenaza.
¡¿Y por qué los yankees intervienen en Siria, Afganistán y Yemen?! Porque allí la situación sí representa una amenaza real para los intereses de Estados Unidos, más por el peligro de ser incubadoras de terroristas que por razones petroleristas. Por el momento, la Venezuela de Maduro no constituye un riesgo de desestabilización del continente. De vez en cuando insulta como a can a Juan Manuel Santos, pero el beato presidente colombiano está a la vuelta de la esquina para volver a amigarse, por más que el desadaptado dictador venezolano lo amenace con publicar ciertos secretitos del llamado acuerdo de paz con la banda terrorista FARC. Además, se da por descontado que en un conflicto armado con cualquiera de sus vecinos, las corruptas Fuerzas Armadas Bolivarianas, apoltronadas en sus privilegios, no representan una amenaza consistente. Brasil es demasiado poderoso como para que se metan con él y Guyana cuenta con el respaldo del Reino Unido. Entonces, en el mediano plazo, no habrá intervención. (O)