La presa de Oroville la más alta de los Estados Unidos con 235 metros de altura y con una capacidad de embalse de 4,30 Hm3, tras la gran rotura de su aliviadero, ha llegado hasta su nivel de emergencia por primera vez desde que se construyó. Fue inaugurada el 14 de noviembre de 1967, es decir hace 50 años. Se salvó porque había un aliviadero de emergencia que trabajó en toda su capacidad.

Por otro lado, las presas del Ecuador, no tienen prevista tal situación porque están construidas en lugares estrechos o desfiladeros de los ríos. Nuestra central de Paute en nuestro país se construyó desde 1967.

La Oroville es de productos sueltos de más de 61 millones de metros cúbicos de material, siendo la segunda más larga de todos los Estados Unidos, lo cual sí permitió que oportunamente se abra el aliviadero de emergencia.

Creo que Oroville nos da el ejemplo de un sano criterio de que las presas son las panaceas, aun cuando dependen de un único elemento, el agua, o sea que cuando hay sequía los embalses no sirven y cuando hay en exceso, las presas peligran.

Una presa se la proyecta y se la construye para ser explotada, pero lógicamente, cumpliendo con unos requisitos mínimos necesarios de la conservación y del mantenimiento. De esta manera podemos levantar una documentación técnica de calidad; pero nosotros no somos capaces de aplicarla.

La seguridad de las presas depende de cómo se trate su envejecimiento futuro y la exigencia de seguridad tiene un costo asociado.

En nuestro caso, el fenómeno de Oroville sería catastrófico porque las presas que señalo, en el río Paute, están alineadas siguiendo el curso del citado río.(O)

Walter Washington Wiesner Falconí, ingeniero civil, Guayaquil