En un estudio sobre el Fraude Electoral, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), se explica con detalle lo que una gran mayoría de ecuatorianos sospecha en el reciente proceso para elegir al presidente de la República. El IIDH fue creado en 1980 en convenio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la República de Costa Rica.

La publicación alerta sobre los tres niveles de fraude: en los preparativos, en la mesa receptora del sufragio y en la forma sistemática (si se trata de un fraude masivo o generalizado). Me detengo en la explicación de este último.

El fraude masivo se concibe e impone en forma amplia y sistemática para alterar en forma sustantiva el resultado global de la votación ciudadana, y suelen utilizarse estos mecanismos:

1) El voto múltiple, facilitado con documentos de identidad entregados a un grupo de personas para que sufraguen varias veces, suplantando personas previamente incorporadas en el padrón o registro electoral.

2) El “anforazo”. Se realiza antes del escrutinio en mesa, cambiando el ánfora por otra que contiene los votos que suman un resultado favorable a los autores del fraude. Así se perpetró el fraude en las elecciones peruanas de 1939.

3) La cohonestación de las autoridades electorales, encargadas de garantizar la limpieza del proceso y de custodiar el ejercicio libre y efectivo del voto ciudadano, para que rechacen impugnaciones o para convalidar acciones fraudulentas. El objetivo: adulterar documentos definitivos, proclamar resultados dudosos, encubrir actos irregulares, o simplemente convalidar el irregular triunfo de determinado candidato o agrupación política. Este tipo de coacción puede también involucrar a policías y a miembros del Ejército.

4) El fraude electrónico, para alterar resultados, ya sea al momento de digitarlos o utilizando mecanismos más sofisticados, tales como la interceptación de datos electrónicos o anulación de votos a algún candidato o agrupación, colocándole en el registro informático un tope o “barrera” mínima en su margen de votos.

Según el diario ABC de España, este método fue utilizado en Venezuela el 2013 para permitir la elección de Nicolás Maduro.

También sirvió para ensombrecer la elección de Enrique Peña Nieto, en México, de acuerdo con el periodista mexicano Luis García Abusaid, sustentada su afirmación en la investigación de la revista Bloomberg Businessweek. Habría intervenido un pirata informático de origen colombiano para asegurar la victoria de Peña Nieto. El caso es que para García Abusaid, las técnicas para activar el fraude electoral incluyen la simple pero siempre efectiva “caída del sistema”.

Esa famosa “caída del sistema” se produjo durante el referéndum en Gran Bretaña, celebrado el 2016 para resolver la salida de la Unión Europea (brexit). Esta semana, un informe de la Cámara de los Comunes expresó preocupación por la “interferencia extranjera” en el voto del brexit, y más en concreto por la “caída” repentina del sistema informático para el registro de los votantes el 7 de junio, que obligó al Gobierno británico a extender la fecha límite.

En Ecuador, el sistema del CNE también sufrió una extraña “caída repentina” el día de las elecciones; y luego, cuando se “levantó” el sistema, teníamos otro ganador, un licenciado. Pero como no se ha investigado, no es aceptable aún aquello del “colorín colorado, el cuento se ha acabado”. (O)