Después de que la OEA convocó a reunión para tratar los problemas de Venezuela y el incumplimiento de la Carta Democrática por parte de su Gobierno, la crisis institucional en ese país se agudizó. El Tribunal Supremo de Justicia ordenó a su Sala Constitucional que asuma las competencias de la Asamblea Nacional, en manos de la oposición, y despojó de la inmunidad parlamentaria a los diputados.

Hay denuncias de irrespeto a los derechos humanos de los venezolanos, que padecen una economía en caída, la inflación más alta del mundo y escasez de alimentos y medicamentos que han provocado una crisis humanitaria.

Se han buscado acuerdos que pongan fin a la situación y devuelvan el poder al pueblo, y todos han fracasado.

El caso venezolano es ejemplo de lo que puede suceder en los países en que se irrespeta la ley y un partido asume todos los poderes. La salida es difícil, quizás porque en frase de un académico, la oposición “no está preparada para luchar contra una dictadura, sino para hacerlo en democracia”. La lección es que cuando no se defiende la democracia oportunamente, después será muy tarde. (O)