La vieja hipocresía de ocultarse en la sombra de personas y valores tiene actualmente bríos juveniles. Refiero unos hechos. 1. La hermana Venezuela está dividida en dos grupos. Uno, respaldado por fuerzas militares regulares e irregulares, ha suprimido el derecho a disentir la independencia de funciones del Estado. En Venezuela, enormemente rica, la generalidad de los ciudadanos carece de recursos elementales. Este primer grupo, aferrado al poder, invoca la democracia y afirma que el “imperio” –no su sistema– causa la miseria, los asesinatos, la falta de producción. Llaman al diálogo, mientras con palabras y actitudes muestran que no quieren cambio, sino ganar tiempo para evitar un referéndum popular, pues perderían el poder.

El otro grupo, por el contrario, afirma que los que ejercen el poder, por fidelidad ideológica y para con el poder seguir ocultando la corrupción, recurren a medios, también, inéditos.

Maduro, de paso por Europa, pidió la ayuda del papa para guiar este diálogo. A su regreso usó la foto con el papa como signo de apoyo. El papa aceptó ayudar, aunque haya poca disponibilidad a cambiar actitudes.

Un padre, si es necesario, gasta también su prestigio para servir: mandó a un delegado. Maduro con palabras y actitudes ofensivas manifestó a su regreso la verdadera intención, con la que pidió la ayuda del papa: usar el afecto de los venezolanos al papa para parapetar su libreto.

2. Según Asia News, China está gobernada económicamente, de acuerdo con el capitalismo de Estado, por un “liberalismo salvaje” (llamado derecha). Gobernada por quienes niegan y se oponen a la libertad religiosa (llamados de izquierda). También otros países desconocen, descuidan y hasta niegan la religión y la libertad de cultivarla. Estos otros países no son solo los marxistas comunistas, son también algunos autodenominados liberales.

El Gobierno actual de China pretende tener influjo determinante en la selección y en el nombramiento de obispos católicos. No acepta como tales y persigue a los obispos reconocidos como más libres, nombrados por el papa. Se ha ido superando la división de los cristianos en dos grupos: uno, el de los cercanos al Gobierno, para evitar mayores males. Otro, el de los más libres de la ideología gubernamental. Dando un paso más hacia la unión, el papa nombró obispo coadjutor a Shao Zhumin, para que suceda, en su tiempo, a Vincenzo Zhu Wiefang, más cercano al Gobierno. Hace un mes el Gobierno ha secuestrado a Pietro Shao Zhumin, obispo coadjutor, para impedir que suceda en el gobierno de la diócesis de Wenzhou al difunto Vincenzo Zhu. No interesa al Gobierno de China que un obispo sea apto servidor de la fe cristiana; le interesa usar el valor religioso.

Nada hay nuevo bajo el sol: algunos creyentes y no creyentes ayer y hoy pretendieron y pretenden, a veces logran, usar realidades religiosas al servicio de intereses alejados de su propia finalidad. Halagan a los que se someten; persiguen a los que se mantienen fieles a Dios y al hombre. (O)