No hemos tratado en esta columna asunto de más medular importancia. Un problema que requiere de la mayor atención, para evitar que devenga en algo que es precisamente lo contrario de lo que se pensó sería en sus inicios. El establecer las causas por las cuales se llegó a la actual situación, contribuirá ciertamente a la comprensión global del fenómeno. La superación de las circunstancias que constituyen el marco en el que se desenvuelve, solo será posible con un análisis serio, que tome en cuenta los distintos factores que se han eludido con frecuencia... si ha llegado a este punto, estimado lector, seguro aquí me va a decir pare, pare, columnista, ¿de qué demonios me está hablando? O habrá pensado, “usted está cantinfleando”, hasta aquí todo es pura palabrería y no ha dicho nada, aquí queda su tonta columna.

Le doy la razón. Pero me entenderá si le digo que no me quise quedar atrás de quien atacó a una dama diciéndole que vaya a hablar de maquillaje, tras lo cual él demostró que sí sabe de economía diciendo: “Su propuesta es bajar impuestos, eso es bajar ingresos; bajar costo de la electricidad, eso se llama subsidio, gasto público, ¿para qué? Para que los empresarios suban salarios; saben lo que están diciendo, que el incremento de los salarios de los empresarios lo pague todo el pueblo ecuatoriano. Además es insostenible bajar ingresos”. ¿Entendieron?, ¿no?, bueno, yo tampoco, cierto es que no soy economista, pero cuando personas como Pablo Lucio Paredes, Vicente Albornoz, Mauricio Pozo o Alberto Acosta Burneo explican temas económicos les entiendo perfectamente, porque la economía es una ciencia altamente racional y lógica. Nunca oigo las sabatinas pero con frecuencia al leer fragmentos que se publican en medios gobiernistas y privados, me nace la sospecha de que están llenas de intervenciones de este tipo, en las que no se dice nada o en la que la formidable confusión mental del expositor le impide transmitirnos su sabiduría con la diafanidad que quisiera.

Sucede que al que sabe de economía lo sucederá un sucesor de toda confianza... ¿de qué dijo? ¿No ha oído...? No, informado lector, no he oído nada... Pues bien, consultado el sucesor de toda confianza sobre el exabrupto de su poderoso antecesor contra una dama, se expresó de esta manera: “En ese caso, en determinadas circunstancias, hablaremos de la actitud de las personas. Pero bajo ninguna circunstancia una rotulación en términos generales. Lo único que debe tener etiqueta es el corazón de los ecuatorianos”. ¡¿Y esto qué significa?! No significa nada, pero sí demuestra que los ecuatorianos han vivido diez años sometidos a un discurso vacío, lleno de lugares comunes y consignas inconsistentes, una pirotecnia verbal barata pero brillosa. “¡Qué tan diría, pero qué lindo que habló!”, recuerdo que decía una mujer en 1960 sobre un discurso de Velasco Ibarra, que le resultaba incomprensible por su fraseo culterano. Vivimos lo mismo invertido, esta década la perdimos seducidos por arengas que también son incomprensibles, pero debido a su absoluta carencia de contenidos. (O)