La sinceridad y temperamento del electo presidente (Rafael Correa) allá en el 2006 coincidían con la creación de una red social que agarró fuerza al año siguiente: Twitter.
Esta ciberplataforma ha sufrido cambios, pero la esencia se mantiene. La opinión pública, minoritaria por supuesto, que se abanica en este espacio social es incluso tomada en cuenta por medios tradicionales. Las palabras de cada sujeto quedan marcadas en el ciberespacio. Palabras que siendo la mayor parte “chismes” se convierten en noticias que luego son replicadas por cientos de usuarios, generando discusiones estériles.
Aquella es también la llamada campaña mediática de los troles. Se opina de todo tópico. La desmesura no falta, tanto así que muchos personajes públicos han mostrado el peor de sus lados y que como consecuencia de ello tuvieron días hasta sin poder dormir.
Mala suerte que a Correa le tocó todo su periodo en una época donde una herramienta se dio espacio para los críticos y otros. Esta puede hacer perder la cabeza a cualquier incauto. Mala suerte que a manos de muchos llegó una herramienta que les superó la ética y desbordó la ignorancia. (O)
Carlos Silva Koppel,
Psicoanalista, Guayaquil