Algo debe haber ocurrido para que, por primera vez, el líder diga por su propia boca lo que, desde hace muchos meses, hemos venido sosteniendo algunos seudoanalistas. Que podría ser el candidato presidencial del correísmo anunció en unas declaraciones, que ni por asomo se puede pensar que fueron sacadas de contexto ya que fueron difundidas por la prensa propia. “Ni me busquen mucho, me les presento en el 2021 y si no aprueba la transitoria la Corte Constitucional, me les presento en octubre”. Así, textualmente, con ese atropello al lenguaje, con su tradicional personalización de la política y con las emociones por encima del razonamiento, ha destapado la carta que debía mantenerse escondida hasta la convención de AP. El carácter de fosforito y la incontinencia verbal se encargaron de demostrar que la selección de Moreno o Glas era el plan B o, para los malpensados, una simple táctica de distracción.

Lo más significativo de esa declaración no está en el anuncio de la candidatura que, hay que insistir, nunca dejó de ser la primera opción. Aunque no le busquen ni le provoquen, el líder deberá sacrificarse nuevamente si el objetivo es que la revolución continúe. Sabido es que, cuando la magna humanidad de los caudillos abandona el escenario político, con ella se van también la patente y la marca. La cercanía de las elecciones y el escaso entusiasmo que despiertan los dos posibles sustitutos hicieron que la incontinencia pusiera al descubierto el papel de la Corte Constitucional en la estrategia oficialista. Ese es el núcleo de la cuestión.

Como han insistido algunas personas (y en varias ocasiones en esta misma columna), ni siquiera será necesario el movimiento de montañas que está dispuesta a hacer la esforzada Pame. Es suficiente con que algún comedido vaya con la pregunta a la Corte, para que esta abra el candado que impide la reelección inmediata. La transitoria puede ser eliminada sin papeleos, sin recolección de firmas, sin una sola montaña que cambie de lugar. Tan es así que el subconsciente del líder lo ha planteado como un tema no resuelto, como algo que se encuentra a la espera de una decisión. “Si no aprueba la transitoria la Corte Constitucional”, ha sostenido con ese “si” condicional que convierte al asunto en algo que no está definido.

Por su parte, los grupos de oposición, que comenzaron a dividirse porque confiaron ingenuamente en que el dueño de la marca no estaría en la partida, ahora harían bien en poner toda la atención en esa corta frase. Esas ocho palabras deberían resultarles suficientes para revisar sus cálculos y repensar sus estrategias. Hasta ahora todo lo han hecho bajo el supuesto de que el candidato será uno de los dos segundones que son fáciles de derrotar. Tanta ha sido su confianza que no han dudado en multiplicar las candidaturas aunque signifique dividir los votos. No se les ha pasado por la mente que podrían verse enfrentados al dueño de la marca, lo que significaría un escenario radicalmente diferente y complicado. (O)