Nunca me imaginé que el día del terremoto que sacudió a nuestro país y causó tanto daño, especialmente a la provincia de Manabí y al sur de Esmeraldas, me iba a coger estudiando la palabra de Dios...

Fue una experiencia irreal, como una pesadilla, ya habíamos escuchado el discurso bíblico, cantamos y empezamos a estudiar la Atalaya, cuando de pronto lo que parecía un temblor se convirtió en un terremoto, los segundos parecían interminables... Doy gracias a Dios por darme otra oportunidad de vida y seguir imitando a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. (O)

Adriana Triviño Moreira,
Guayaquil