Hoy es especial oportunidad para reflexionar sobre las vivencias propias y ajenas, sobre las que nos asignan las realidades del Ecuador y del mundo. Aquí y allá hay dramas que giran alrededor de la incomprensión o intolerancia política, cultural y religiosa. De las diferencias que no se aceptan, de las ópticas no compartidas, de los caminos que no queremos transitar pero nos imponen y apenas nos permiten expresarlo.

Sucede aquí, en EE. UU., Cuba, Venezuela, Colombia, Argentina, Brasil, Bolivia, Bélgica, Francia, España, Egipto, Arabia Saudita, Siria, Irán, Irak y otros países de una larga lista. En unos casos la tragedia de la incomprensión se presenta con víctimas mortales del terrorismo sanguinario y, en otros, la opresión a la divergencia se ejecuta con cárcel.

Ayer, mientras en La Habana agentes del Estado apresaban a dos ciudadanos que irrumpieron el espacio de una transmisión deportiva de ESPN, por gritar “¡abajo los Castro!”, al otro lado del Atlántico, en Bruselas, jóvenes militantes del Estado Islámico masacraron –usando potentes explosivos– a inocentes ciudadanos en un aeropuerto y en una estación del metro próxima al Parlamento Europeo, dejando cientos de heridos. Todo esto en un aparente plan preparado con ocasión de la gran movilización de gente en Semana Santa. Parece que los agresores fueron los mismos que organizaron los atentados de París en noviembre del 2015.

Dentro de la información a que accedí hay indicios que sitúan a la población joven como brazos ejecutores del monstruo de la intolerancia. La mayor militancia del Estado Islámico –de origen europeo– es ubicada en Bélgica, un núcleo de origen musulmán frustrado por el desempleo e imposibilidad de alcanzar un futuro promisorio en esta vida terrenal. La CNN entrevistó a una madre musulmana que lo explicó mientras mostraba la fotografía de su joven hijo en Siria y con equipo militar.

¿Será por ello y por el peligro de que esa clase de acciones violentas pudieren llegar a Cuba, que el presidente Obama hizo un llamado a la necesaria participación de la juventud en la construcción del futuro de esa isla caribeña? Invitó a los jóvenes a mirar el futuro con esperanza; no a la falsa promesa que (casi siempre) insiste en que las cosas están mejor de lo que realmente están, ni al optimismo ciego que dice que todos sus problemas desaparecerán mañana.

Este columnista no vislumbra la paz en los distintos países y regiones globalizadas, sin el necesario debate sobre la gran presión que tiene la juventud para lograr el éxito, y les advierte que la cumbre está reservada para unos pocos; por ello, de partida se ven tentados a tomar el camino de la izquierda, pero no el ideológico. No están claras las diferencias entre lo “chueco” y lo “zurdo”, las noticias lo confirman con la aparición de nuevos ricos conocidos como “boliburgueses” o “enchufados” en Venezuela; “camporistas” en Argentina; “burguesía Aymara” en Bolivia; acá “robolucionarios” o “sociolistos”; clase “HeP” en Cuba, aunque en opinión de Ángela Nocione (Perfil.com) “la clase verdaderamente alta de La Habana es aún el entorno de la familia Castro y los altos mandos de las fuerzas armadas... Donde hay dólares en Cuba, hay un señor con muchas estrellas en el uniforme a cargo…”. (O)