Irascible es un adjetivo aplicable a quien es propenso a irritarse, enfadarse o encolerizarse.

Es el carácter de Rafael Correa Delgado –su padre tenía temperamento similar, sin el poder de su hijo–. Por eso, no extraña que esa irascibilidad se haya potenciado, para apasionarse o para intentar pulverizar a quienes no se le someten o lo contradicen.

En lo que explota, el presidente Correa no es como “fosforito” que luego se apaga, él solo ha estado contenido por las circunstancias o las conveniencias coyunturales en años recientes.

Siempre pensó que los medios de comunicación que no se someten al poder deben quebrar o desaparecer. Por eso, precipitó la quiebra del diario Hoy y enjuició a los directivos de EL UNIVERSO por decenas de millones de dólares, por los comentarios de un columnista que cuestionaba al gobernante, además de afectaciones a otros medios de comunicación.

Idea fija de él es que las prestaciones de salud –incluyendo las hospitalarias– deben estar bajo el Gobierno, por eso ahora se va contra Solca y nada raro sería que luego se vaya contra la Junta de Beneficencia.

Para nada cree en la universidad latinoamericana sustentada en la autonomía y en el cogobierno. Por eso su agresión y críticas a universidades de ese régimen. La Universidad Andina Simón Bolívar y su primer rector, Enrique Ayala Mora, están sufriendo la arremetida.

En aquello de la agresividad contra oficiales de las Fuerzas Armadas, pasando de las singularidades al supuesto tratamiento igualitario, que los espacios de los mandos y oficialidad sean también usados por personal de tropa, también hay antecedentes que evidencian que se las usó cuando quiso imponerse decisiones aun al margen de la ley –como cuando se declaró en estado de excepción a la empresa Petroecuador, para entregársela a oficiales de la marina– pero más han sido sus cuestionamientos.

Y así, punto por punto, de las explosiones de irascibilidad se pueden vincular estas con lo que realmente piensa Rafael Correa, el auténtico, que antes de ahora se había autorreprimido, como que no era oportuno expresar y actuar lo que realmente pensaba.

El caso Solca
Una entidad cuyo respeto se ha ganado por décadas, por su mística, su solidaridad y sus avances científicos y tecnológicos.

Solca, después de haber agotado por vías privadas todos los contactos posibles, públicamente le solicita una cita al presidente Correa, el 2 de marzo de 2016, explicando el motivo de su solicitud: la no transferencia de fondos por un impuesto que nadie ha cuestionado en el Ecuador, antes de ahora, y las atenciones de pacientes derivados, sumando la mora de $ 130 millones. Debía explicar –y lo hacía– los riesgos que significaba no tener recursos para atender a seres humanos aquejados por las diversas formas de cáncer, así como la acumulación de deudas con proveedores de equipos, medicamentos y servicios.

La respuesta inmediata de la ministra de Salud –en una rueda de prensa del 3 de marzo, de tres minutos– fue que el reclamo estaba en términos irrespetuosos, que se estaba enviando $ 15 millones, de lo del impuesto retenido, y que lo demás se iba a procesar antes de las auditorías que deben realizarse. Literalmente acusó a los directivos de Solca, con la frase “están usando a los pacientes para sus intereses”.

¿Cuáles intereses? A más de querer seguir siendo eficientes en la lucha contra el cáncer, ¿a qué se refiere la ministra?

El presidente Correa, el mismo 3 de marzo, en visita en Zamora Chinchipe, denunció que los directivos de Solca “quieren hacer un escándalo donde no hay razón” (…). “Para empezar, preguntémonos por qué una fundación privada necesita plata del Estado, esa fue la tendencia en el país, tener instituciones privadas, pero con plata del Estado”. Y precisó que la ley que establece la entrega del 0,5% del Impuesto a las Operaciones de Crédito a Solca “no es legítima porque significa un intercambio no voluntario para una institución privada”. El impuesto viene de tiempo muy anterior al actual Gobierno, este lo modificó pero se mantuvo la obligación del Fisco de transferir los fondos a la entidad, realmente de excelencia.

La asambleísta de PAIS, Betty Carrillo, explica que “es un error pensar que los pacientes de Solca morirán si Rafael no transfiere recursos, lo será porque están enfermos”.

¡Qué satanización contra Solca!

Todo vale para coactivar
En la desesperación del Gobierno por recaudar recursos, está haciendo uso y abuso del artículo 1 de la Ley Orgánica para la Defensa de los Derechos Laborales, R.O. Suplemento 97, sept. 26, 2012, impuesta por el actual Gobierno, por el cual se puede coactivar no solo a los obligados directos, sino que puede perseguirse a todos los que en personas jurídicas puedan ser tachados que las han usado para defraudar –extendiendo la responsabilidad a herederos que no hayan hecho protesta de beneficio de inventario, sean o no residentes en el Ecuador– e inclusive puede caerse sobre bienes que estando a nombre de terceros, la autoridad califique que hay indicios de público conocimiento que son de propiedad de los perseguidos.

Las medidas cautelares implican prohibición de salida del Ecuador, retención de fondos en las entidades financieras, prohibición de enajenar bienes, secuestro de vehículos y otras. O se paga lo requerido por la autoridad que coactiva, o se le traban los bienes. Cualquier defensa es posterior.

Ya son varios los casos de esta persecución. La más reciente que se está procesando es a quienes invirtieron en un proyecto de capital abierto de una empresa que fue arrastrada por la crisis de 1999, con 4.168 personas naturales y jurídicas que invirtieron en acciones preferidas sin derecho a voto en Juntas Generales –realmente títulos de inversión de mínima cuantía–, quienes sin haber intervenido en gestión alguna de esa compañía hoy están en riesgo de ser coactivados, como que su inversión fue para defraudar.

Realmente de orates. (O)

En lo que explota, el presidente Correa no es como “fosforito” que luego se apaga, él solo ha estado contenido, por las circunstancias o las conveniencias coyunturales en años recientes.