Después de casi doce meses de silencio, Lenin Moreno apareció públicamente. Al contrario de la elocuencia mostrada el año pasado en su tour por el amplio espectro de los medios quiteños, ahora lo hizo con absoluto laconismo y solamente en un periódico de limitada circulación. Demostrando que aprendió de su propia experiencia y para no recibir otro jalón de orejas como en aquella ocasión, sopesó cada una de las doscientas palabras de su carta publicada como artículo en la página de opinión. Tan cuidadas están esas palabras que llevan a buscar el verdadero sentido en lo que omiten y no en lo que dicen.

Precisamente por ese carácter críptico, la difusión de la carta en las redes sociales provocó las más diversas interpretaciones. La más generalizada fue que allí se confirmaba su candidatura presidencial por Alianza PAIS. No les faltan argumentos a quienes creen que será así, ya que las únicas referencias al tema se encuentran en dos frases escritas en condicional. “Si decido ser candidato” dice en la primera y “si soy seleccionado y decido ser candidato” repite en la segunda. No niega ni afirma, pero es obvio que se coloca en la línea de partida.

Casualmente, en los mismos días circularon dos encuestas de Cedatos que arrojan alguna información al respecto. Según la primera, todas las combinaciones de candidatos arrojarían resultados adversos para el correísmo a menos que el líder fuera el candidato. Pero, extrañamente, en ninguno de esos escenarios se incluye a Lenin Moreno. De lo que se conoce por otras encuestas, él es el único candidato que ofrece posibilidades de triunfo a su tendencia.

Los resultados de la segunda encuesta deben causar comezón en las filas altivas y soberanas. Por primera vez son más las personas que consideran que la principal causa de los problemas económicos es la mala administración presidencial y no los factores externos. Si esa percepción se mantiene a lo largo del año, será muy fácil que la mala calificación deje de ser patrimonio exclusivo del líder y podría generalizarse a todos sus seguidores. Inevitablemente, sea quien sea el candidato gubernamental, esa percepción negativa lo afectará. Es cierto que el más perjudicado podría ser el actual vicepresidente Jorge Glas, por la percepción de su responsabilidad en la definición de políticas, que es la imagen proyectada con su alta visibilidad durante los últimos meses. Lenin Moreno cuenta con la ventaja que le da una larga ausencia física y mediática, pero esta puede consumirse en las primeras semanas de una campaña que tendrá como telón de fondo a una economía en franca caída. Además, difícilmente podrá desprenderse de la omnipresencia del líder, lo que hará más probable el contagio de la mala calificación.

Los dilemas de la dirigencia correísta no se reducen a lo que muestran las encuestas. El condicional de la carta del exvicepresidente se deriva fundamentalmente de conflictos no resueltos entre las diversas facciones internas. El binomio Moreno-Glas, sugerido como solución, exigiría renunciamientos tan fuertes –especialmente al ala izquierda– que puede ser viable electoralmente pero no políticamente. (O)