Nuestro invitado
Hans Thiel

Si Gabriel García Moreno no hubiese introducido el eucalipto en la Sierra del Ecuador en 1865, los bosques andinos hubieran desaparecido mucho antes de que el kerosene y el gas subsidiados sustituyeran la leña en cocinas y ladrilleras.

Desde entonces han existido en el Ecuador y Latinoamérica, políticas de fomento al establecimiento de plantaciones forestales comerciales financiadas con fondos públicos. En Chile, por ejemplo, desde 1974 se han establecido más de 2,6 millones de hectáreas de plantaciones forestales y con ellas se ha desarrollado una floreciente industria generadora de más de cinco mil millones de dólares anuales en exportaciones. Sin embargo, el 78% de estas plantaciones pertenece a grandes empresas mientras solo el 4% es de pequeños propietarios. El 90% son cultivos de pino y eucalipto, especies denominadas “exóticas” por no ser originarias de ese país.

El Programa de Incentivos a la Reforestación con Fines Comerciales, impulsado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca del Ecuador, ha venido promoviendo el establecimiento de plantaciones forestales con fines comerciales a través del Programa de Incentivos Forestales (PIC), mediante el cual el Estado reembolsa a personas naturales y jurídicas hasta el 75% de los costos de plantación y mantenimiento durante los primeros cuatros años. Para asociaciones, cooperativas y comunas el incentivo es de hasta el 100% de estos costos. La superficie mínima es de una hectárea, los árboles pertenecen en general a una misma especie que son de la misma edad. Son 18 las especies forestales incentivadas y una especie frutal, el aguacate (probablemente en honor del gran Julio Jaramillo). Hasta octubre del 2014 se habían registrado en el PIC casi 30 mil hectáreas, el 70 % de las cuales constituidas por tres especias exóticas (teca, pino y melina).

Sin lugar a dudas la alta productividad y rentabilidad de estas plantaciones tiene ventajas. Ofrece además a la industria un producto homogéneo y, además, subsidiado. Pero existen también desventajas: los monocultivos son muy susceptibles a daños por vientos, son además propensos al ataque de plagas y enfermedades que al afectar árboles de una misma especie, pueden reproducirse masivamente. Pérdidas en monocultivos forestales alrededor del mundo han llevado a países como Alemania o China a incluir en sus políticas forestales modelos para el establecimiento de bosques plantados con múltiples especies adaptadas al sitio (suelos, clima, precipitación). Se logra así replicar dinámicas de los bosques naturales (“close-to-nature forestry”) a través de las cuales los árboles de especies y alturas diversas forman entramados y estructuras más complejas y resistentes. Bajo este principio los bosques plantados son más estables y se pueden adaptar mejor al cambio climático (resilientes). Cumplen múltiples funciones: la producción de madera, leña y otros productos, además de la conservación de la diversidad biológica, de los suelos, la regulación de regímenes climáticos e hídricos, la belleza escénica; servicios ambientales que son de interés público.

El Ecuador, junto con 125 países recomendaron a la FAO que apoyara a sus miembros a implementar las Directrices Voluntarias para la Ordenación Responsable de los Bosques Plantados, que postula 12 principios relacionados a aspectos institucionales, económicos, sociales, culturales, ambientales y del paisaje. Los principios ambientales ponen énfasis en el mantenimiento y la conservación de los servicios ambientales y de la diversidad biológica; dos principios fundamentales que no se cumplen al establecer plantaciones forestales con una sola especie. De manera más reciente la plataforma New Generation Plantations, en la cual participan grandes corporaciones forestales a nivel mundial, propone que los bosques plantados deben contribuir a mantener la integridad eco-sistémica, proteger e incrementar valores de conservación de la biodiversidad, además de contribuir al crecimiento económico y a la generación de empleo.

El interesante primer paso que el Ecuador ha dado a través del Programa de Incentivos a la Reforestación con Fines Comerciales podría ser mejorado mucho si los PIC incentivaran en una mayor medida el establecimiento de bosques plantados con múltiples propósitos en donde converjan la producción y la protección. El criterio para determinar un mayor pago del incentivo ya no sería solo la cantidad de árboles y la superficie plantada, sino que se tomaría en cuenta además la calidad biológica y eco-sistémica de los bosques que se establezcan, medidos en número de diferentes especies nativas que se utilicen para establecer una plantación: a mayor número de diferentes especies nativas por hectárea, mayor el pago del incentivo. De esa manera se logrará mayor sostenibilidad económica, ecológica y social, y una oferta creciente de servicios ambientales. Y es en función de una mayor provisión de bienes públicos que se justifica la inversión de fondos, asimismo públicos, que la sociedad invierte. Es la oportunidad de aplicar políticas forestales públicas novedosas que se diferencien del anticuado modelo orientado hacia los monocultivos forestales iniciado en el Ecuador en el siglo XIX.

* Hans Thiel es oficial Forestal Principal del Centro de Inversiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con sede en Roma, Italia. Fue director nacional Forestal y subsecretario del Ministerio del Ambiente del Ecuador. Actualmente trabaja en apoyo a la implementación de macroproyectos de inversión en reforestación y manejo forestal sostenible financiados por el Banco Mundial en Argentina, China y Laos. (O)

El interesante primer paso que el Ecuador ha dado a través del Programa de Incentivos a la Reforestación con Fines Comerciales podría ser mejorado mucho si los PIC incentivaran en una mayor medida el establecimiento de bosques plantados con múltiples propósitos en donde converjan la producción y la protección.