Con una simple política –más libre comercio– podríamos mejorar las condiciones del mundo en $ 500 billones y sacar de la pobreza extrema a 160 millones de personas. Si hay una pregunta que tenemos que hacernos a nosotros mismos es: ¿por qué no lo hacemos?

En el año 2000, la comunidad internacional acordó una serie de objetivos importantes para mejorar el destino de los más pobres del mundo para el 2015, los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Muchos de estos objetivos fueron un gran éxito en áreas vitales como la reducción de la pobreza y el hambre, pero todavía hay mucho por hacer. A través de las Naciones Unidas, los líderes mundiales trabajan ahora en el siguiente conjunto de objetivos para el 2015-2030. Mientras el mundo gastará 2,5 billones solo en asistencia al desarrollo durante ese periodo, y un sinnúmero de billones en presupuestos nacionales, hay un montón de aspirantes para estos objetivos.

Es por eso que mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, ha solicitado a unos 60 de los principales economistas del mundo que evalúen los costos y beneficios económicos, sociales y ambientales de muchos objetivos diferentes, en áreas como la salud, la nutrición y la educación. Y estos son todos importantes. Pero un tema a menudo está ausente. Como argumenta un nuevo artículo del profesor Kym Anderson, de la Universidad de Adelaida, la reducción de las barreras comerciales no solo hace al mundo más rico, sino que es un gran facilitador para reducir la pobreza, restringir el hambre, mejorar la salud y restaurar el medioambiente.

Un comercio más libre en esencia significa que cada país pueda centrarse en hacer lo que mejor sabe hacer, permitiendo a todos los países mejorar su situación. Grandes avances se han hecho en la liberalización desde la Segunda Guerra Mundial, pero la última fase –el Programa de Doha para el Desarrollo– parece estancado, con pocas esperanzas de resolverse. Esto es terrible, especialmente para los países en desarrollo, debido a que dos de las principales áreas en las que es difícil alcanzar un acuerdo son la agricultura y los textiles, ambos sectores en los que los países con menores salarios en las zonas tropicales y subtropicales tienen una ventaja comparativa.

El análisis muestra que habría recompensas sustanciales completando la Ronda de Doha. Los beneficios económicos directos serían un aumento del 1,1% en el PBI mundial. Esto suena modesto. Pero debido a que impactaría en toda la economía mundial, hacia el 2030 seríamos alrededor de $ 1,5 billones más ricos cada año.

Pero las economías abiertas también crecen más rápido. En los últimos 50 años, países tan diversos como Corea del Sur, Chile y la India han visto su tasa de crecimiento dispararse hasta un 1,5% anual en promedio, poco después de la liberalización. Si Doha puede completarse, se estima que la economía mundial crecerá un 0,6% adicional en las próximas décadas. Para el 2030, ese crecimiento dinámico ampliaría la economía mundial en $ 11,5 billones cada año, dejándonos un 10% más de recursos para arreglar todos los demás problemas.

Y una gran parte de los beneficios irá a los países en desarrollo, que hacia el 2030 verían sus economías aumentadas en $ 7 billones al año. En promedio, este aumento del PBI es equivalente a

$ 1.000 más para cada persona en el mundo en desarrollo. Traducido directamente a Ecuador, esto significaría que la persona promedio podría estar ganando unos $ 1.500 adicionales al año.

Para el final del siglo, el libre comercio podría dejar a nuestros nietos una mejora en la situación del 20%, o $ 100 billones más cada año de lo que hubieran obtenido de otro modo.

Por ahora, los poderosos intereses creados hacen que sea difícil para los políticos hacer concesiones. Los puestos de trabajo que se pierden por el libre comercio son evidentes y concentrados –vea a los agricultores occidentales protestando por la pérdida de sus subsidios–. Pero los beneficios están distribuidos –por ejemplo, la comida será un poco más barata para todo el mundo– y los agricultores del Tercer Mundo verán mayores beneficios.

Sin embargo, tenemos que tener un sentido de la proporción. Hay costos reales del libre comercio en términos de trabajadores que necesitan reconversión profesional y el suministro de prestaciones por desempleo. Estos desembolsos se producirán en su mayoría en la próxima década y costarán $ 100-$ 300 mil millones. Pero los beneficios se acumularán durante al menos los próximos nueve años, y totalizarán 500 billones en dólares actuales. Por cada dólar gastado obtendremos más de 3.000 dólares de beneficios.

Y esto tendrá enormes repercusiones para los pobres del mundo. Sabemos que el crecimiento económico ha sido uno de los principales impulsores de la reducción de la pobreza –el rápido crecimiento de China en los últimos 30 años ha sacado a 680 millones de personas de la pobreza, la mayor cantidad jamás lograda en la historia humana–.

No obstante, todavía tenemos alrededor de 1,2 billones de personas que viven en la pobreza extrema en la actualidad. Con el crecimiento futuro, este número probablemente se reducirá a un número aún elevadamente asfixiante de 700 millones para el 2030. Pero si logramos un comercio más libre a través de la Ronda de Doha, el crecimiento más rápido podría sacar otros 160 millones de personas de la pobreza para el 2030.

Vale la pena dar un paso atrás y darse cuenta de esta oportunidad increíble para el mundo. Sí, debemos ayudar en áreas como la alimentación, la educación, la salud y el medioambiente. Pero si pudiéramos hacer las cosas bien en el libre comercio, posiblemente podríamos aportar aquí un mayor beneficio que en cualquier otro lugar –dejando el mundo en una situación económica $ 500 billones mejor, con 160 millones menos de pobres–.

Para el final del siglo, el libre comercio podría dejar a nuestros nietos una mejora en la situación del 20%, o $ 100 billones más cada año de lo que hubieran obtenido de otro modo.