Hubo una época en que nos preocupábamos por una “explosión demográfica”, con cada vez más personas luchando por cada vez menos recursos. Sin embargo, el crecimiento de la población ha disminuido desde finales de 1960 y los recursos no se han agotado.

Aún hay problemas demográficos, pero los dos principales son probablemente diferentes de los que se supone.

La ONU espera 2,4 mil millones más de personas para el 2050, pero, contrariamente a la creencia popular, esto no alude principalmente a que las parejas vayan a tener un montón de bebés. Recuerde, la mujer promedio en el mundo en desarrollo tenía 5,4 hijos a principios de 1970, pero hoy en día ese número se ha reducido a la mitad, siendo de 2,7.

En Ecuador, la mujer promedio solía tener 6,4 hijos en 1970, hoy ese número ha disminuido a 2,7.

Más aún, si cada hombre y mujer procreara solo un bebé, la población mundial aún aumentaría en 1,9 mil millones para el año 2050. Un mayor número de niños solo explica la mitad de los mil millones de aumento en la población. Que vivamos más tiempo explica otros 0,4 mil millones. Pero el factor más importante –1,5 mil millones más para el año 2050– es simplemente porque somos todavía un mundo joven, donde muchos jovencitos aún formarán su propia familia.

Esto no significa que la mitad de los mil millones no sea importante. Si las familias tienen menos hijos pueden invertir más en su futuro, dándoles mucho mayor potencial de ingresos. A medida que los países se vuelven más prósperos, sus tasas de natalidad caen. Las madres tienen menos hijos que reciben mejor educación, y ellos mismos tienen familias pequeñas.

El aumento de la prosperidad se comparte entre menos personas. Esto es lo que sucedió por primera vez en el Viejo Mundo durante la Revolución Industrial, y los niveles de vida de los europeos aumentaron rápidamente. Más recientemente, una serie de países de Asia Oriental han atravesado una transición similar, ninguno tanto como China. La buena noticia es que eso podría funcionar en cualquier parte, permitiendo incluso a los países africanos ponerse al día rápidamente.

El gobierno chino desaceleró el crecimiento de su población imponiendo la norma de ‘un solo hijo por familia’. Esto puede haber sido bueno económicamente, pero era también una violación de los derechos humanos. Afortunadamente, hay otras maneras menos drásticas de transitar por este camino, particularmente poniendo a disposición de todo aquel que lo desee métodos modernos de anticoncepción.

La población es solo uno de los temas clave en la agenda de la comunidad internacional en este momento. El problema es que, aunque todo el mundo está de acuerdo en que deberíamos estar haciendo todo lo posible para mejorar la vida de los pobres, priorizar un determinado conjunto de objetivos es difícil. Los gobiernos y las ONG han estado trabajando juntos para acordar la mejor manera de mejorar la vida de las personas en el periodo hacia 2030, pero todavía hay, literalmente, cientos de objetivos posibles, todos ellos tenazmente defendidos por alguien.

Tener cientos de prioridades es como no tener ninguna. Por ello, mi grupo de expertos, el Copenhagen Consensus, está tratando de ayudar a centrarse en los objetivos más eficaces usando las herramientas del análisis económico. Aunque la economía no proporciona el cuadro completo, comprender dónde proporcionamos mayor beneficio es, al menos, un muy buen punto de partida.

Grupos de los más importantes economistas están examinando uno a uno diecinueve posibles temas y haciendo sus sugerencias. Sobre la cuestión de la población, Hans-Peter Kohler y Jere Behrman, de la Universidad de Pennsylvania, argumentan que ofrecer la libre disponibilidad de anticonceptivos modernos es una inversión extraordinariamente buena. Proporcionar anticonceptivos a los 215 millones de mujeres que hoy quieren evitar el embarazo pero no pueden costaría alrededor de $ 3,6 mil millones. Anualmente se traduciría en 640.000 menos muertes neonatales, 150.000 menos muertes maternas y 600.000 menos niños que pierden a su madre. Estimar esta miseria en términos económicos puede parecer frío, pero permite comparar la anticoncepción con otros grandes retos. En total, la anticoncepción evitaría aproximadamente $ 145 mil millones en miseria humana. Solo eso significa que por cada dólar gastado se obtendrían $ 40 de beneficio.

Pero los expertos también estiman que con un menor número de hijos, los padres pueden permitirse una mejor educación, mientras que la sociedad se beneficia de menores costos destinados a los niños y más ingresos de una población activa más grande. Esos beneficios ascienden a un total de $ 288 mil millones al año, haciendo que un dólar gastado en anticoncepción rinda $ 120 de beneficio.

Pero la población también significa crecimiento en el número de personas mayores y posiblemente una reducción de las poblaciones. Esto ya está ocurriendo en Europa y Japón, pero también comenzará pronto en China y, eventualmente, en la mayoría de los lugares. Hoy, el 12% de la población mundial tiene más de 60 años, pero de aquí a 36 años eso casi se duplicará hasta el 21%. Ecuador tiene hoy alrededor de 1 millón de mayores de 65 años, pero tendrá más de 4 millones para mediados del siglo.

Aunque el envejecimiento puede parecer un problema menos acuciante que el crecimiento de la población mundial, es real y tiene que ser abordado. Las políticas orientadas a incrementar la tasa de natalidad en Europa y en otros lugares no han tenido éxito, pero hay una solución mejor: permitir más migración. Administrada en forma adecuada, puede beneficiar a la nación receptora (recibiendo más trabajadores), a los inmigrantes (recibiendo mejores salarios) y al país de origen (por la obtención de remesas). En resumen, los beneficios equivalen a más de cuarenta veces el costo.

Hay otros objetivos prometedores, que son más difíciles de valuar –desalentar la jubilación anticipada y la dependencia, por ejemplo–. Pero, en general, los economistas plantean una argumentación categórica de por qué la anticoncepción y la migración deberían ser prioritarias en la lista de objetivos mundiales.

En Ecuador, la mujer promedio solía tener 6,4 hijos en 1970, hoy ese número ha disminuido a 2,7.